Solo son animales
Buena parte de la sociedad valora y aplaude el trabajo de las voluntarias (sí, sí, en femenino, puesto que la mayoría son mujeres) de los refugios, albergues, protectoras y santuarios de animales. Pero tampoco es infrecuente el menosprecio a su labor, con expresiones tan típicas y desafortunadas como la de ‘pero si solo son animales’, con las que algunos despachan su dedicación.
Las oportunidades para poner a prueba su vocación en este país no son precisamente escasas porque, según datos de la Fundación Affinity, más de 300.000 perros y gatos fueron recogidos por protectoras durante el 2019, una cifra que perpetúa a España a la cabeza de Europa en abandono animal.

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Es lo que nos cuenta Angels Calleja, voluntaria de Associació Engrescats de les Terres de l’Ebre, que sabe mucho sobre las barreras que levantan algunos vecinos y ciudadanos que no entienden por qué, por ejemplo, se debe alimentar a las colonias de gatos, y llegan a insultar y amenazar a las mujeres que lo hacen, con frecuencia estigmatizadas como ‘las locas de los gatos’. Porque si hay una actividad de voluntario hacia los animales que destaca por su incomprensión, esa es la alimentación y cuidado de las colonias de gatos ferales. [¿Y si aprendemos a apreciar a los gatos urbano? Blog de la Cátedra, 12/02/2021]
“Algunas de las alimentadoras de las asociaciones deciden salir a alimentar las colonias por la noche, cuando nadie las ve, para evitar confrontaciones con personas que no entienden ni tienen el más mínimo interés en conocer los beneficios que representan las colonias ferales en la población. Y por si eso fuera poco, no conocen que el responsable de los gatos de la calle es el propio ayuntamiento del municipio que, según la ley, es quien debe encargarse de los animales abandonados y colonias ferales de su municipio mediante convenios con asociaciones y protectoras”, se indigna Calleja.
Al igual que los veterinarios, el colectivo de trabajadores y voluntarios de protectoras sabe mucho también de los zarpazos de la fatiga por compasión. Ángels explica el desgaste emocional que sufren porque “es un trabajo que implica un alto nivel de empatía hacia los animales, difícil de gestionar cuando es necesario asimilar la frustración de no conseguir siempre salvarlos. En el mejor de los casos, tenemos que asumir y actuar ante un goteo imparable de animales que llegan maltratados, en estado de shock, desnutridos, en situaciones realmente lamentables, o rescatarlos en estado de pánico absoluto, sin poder explicarles que lo único que quieres es salvarles la vida

Es curioso que la expresión ‘loca’ vuelva a aparecer cuando otra voluntaria de protectora, Patricia Alhambra, de ADAYRA, se refiere a cómo algunos perciben desde fuera su actividad. “Cuando entras en este mundo, mucha gente de tu alrededor piensa que eres la ‘loca de los perros’, no entienden cómo puedes pasar tu fin de semana en un albergue dedicando tu tiempo libre en ayudar a animales, pasando frío en invierno y calor en verano, de manera altruista pasar horas paseando perros, limpiando cheniles, dándoles de comer, etc. Para ellos simplemente son eso, perros, no seres vivos que sienten el dolor, la tristeza, la alegría igual o más que nosotros los humanos, creo que realmente se debe a falta de consciencia del problema real que existe en este país en el abandono animal ya que, si se tomaran un segundo en vivir en sus carnes la realidad, se darían cuenta de que ayudar debería ser un deber de todos y cada uno de nosotros para hacer de este mundo un lugar mejor”.
Sobra el agradecimiento de otros cuando, como le ocurre a Patricia, ser voluntario de un albergue se siente como “una labor muy gratificante, por la que recibes lo poco que das multiplicado por mil”. Ángels, por su parte, argumenta que la finalidad del voluntariado no es el reconocimiento, ya que es “una tarea de vocación extrema donde las medallas se llevan en el corazón, no colgadas del cuello. Nuestro mayor premio se reduce a un simple lametón de quien recogiste casi sin poder mantenerse en pie”.
El premio se transforma en gordo de la lotería cuando, como en este refugio de Palm Beach, en el sureste de Estados Unidos, se vacían los cheniles porque todos sus perros han sido adoptados. Ocurrió en abril de 2020.
Este es el VIDEO que grabaron aquel día, el vídeo que todos los voluntarios de protectoras desean grabar. Y la foto de Facebook.
