Fatiga por compasión: debemos cuidar a los que cuidan al resto de animales
27/11/2020
27/11/2020
En el ámbito de los cuidadores y rescatadores de animales no humanos pocas veces se tienen en cuenta las implicaciones de esta dedicación para las personas que están en constante contacto con el sufrimiento animal.
Y una de estas consecuencias, que supone un riesgo para todo colectivo dedicado al cuidado de animales, es el síndrome llamado “fatiga por compasión”.
Consiste en el agotamiento físico y/o emocional que puede surgir cuando un cuidador es muy consciente y está profundamente preocupado por aliviar a los individuos de los que cuida, pero siente una incapacidad y frustración por no lograr ese objetivo.
La primera vez que surgió el término de fatiga por compasión fue en el entorno de la enfermería (Joinson, 1992), refiriéndose al desgaste emocional y la desesperación que muchos profesionales del sector sanitario sentían por no poder curar y evitar el dolor a sus pacientes.
La fatiga por compasión se distingue de otros síndromes relacionados con agotamiento laboral, como el “burnout” (estar “quemado” en el trabajo), por existir un vínculo emocional entre el cuidador, que es el que sufre fatiga por compasión, y el individuo al que cuida (Figley, 2002). Y, por supuesto, este fenómeno guarda relación con la empatía, puesto que es la empatía la que lleva a la creación de ese vínculo entre cuidador y cuidado. Y no se considera patológico, sino que es una consecuencia de ser muy empático y de preocuparte por los demás.
La culminación de la fatiga por compasión, es decir, el mantenimiento crónico de este agotamiento emocional, puede consistir en la pérdida de la capacidad de ser compasivo.
Hay que tener en cuenta que existen una serie de términos relacionados que podrían llevar a confusión, puesto que los síntomas son equivalentes o muy parecidos a los de la fatiga por compasión. Estos conceptos que debemos diferenciar de la fatiga por compasión son (Gottfried y Bride, 2018):
Los síntomas de la fatiga por compasión son muy variados e incluyen: depresión, ansiedad, trastornos del sueño, aislamiento social, dificultades para concentrarse, recuerdos frecuentes de situaciones traumáticas, y disminución del interés por realizar actividades (Figley y Roop, 2006; Morrissette, 2004).
Si queremos tener en cuenta los colectivos que están expuestos a este tipo de síndrome, tenemos que incluir a cualquier persona, profesional o voluntario, que esté en contacto recurrente con el sufrimiento animal, desde un/a veterinario/a hasta cualquier voluntario/a de un refugio o santuario de animales.
Pero dentro de todos los sectores susceptibles de padecer fatiga por compasión en el ámbito humano-animal, hay determinadas características que hacen más vulnerables a algunas personas, que incluye:
El primer profesional que planteó que la fatiga por compasión se puede dar en el ámbito de los cuidadores de animales fue Charles Figley, quien se dedicó a dar talleres de manejo del estrés para el sector de los refugios de animales, al inicio de la primera década de los 2000 (Figley, 2006).
Y hemos de tener en cuenta que los profesionales y voluntarios relacionados con el ámbito de los cuidados de otros animales deben gestionar muchísimas emociones que se dan en un breve periodo de tiempo y que guardan relación con rescate animal, maltrato hacia los animales, eutanasia, la marcha de un animal adoptado con el que se han vinculado, etc. Y si no se aprende a manejar adecuadamente todo esta variedad de intensas emociones, puede llevar a padecer fatiga por compasión.
Charles Figley (1995) planteó un modelo para explicar el desarrollo de la fatiga por compasión, que es uno de los más populares:
Este modelo plantea que desde la capacidad altamente empática de una persona que se encuentra expuesta al sufrimiento, se dan una serie de respuestas empáticas que pueden gestionarse mediante prácticas de desapego y gracias a la satisfacción por proporcionar ayuda, pero que si esa persona se encuentra en una situación prolongada de sufrimiento y a eso se le suma un trauma residual del pasado y altas exigencias de la vida cotidiana, puede determinar la aparición de la fatiga por compasión.
Por otro lado, Baranowsky y Gentry (2018) plantean un desarrollo de la fatiga por compasión en 4 fases a lo largo del tiempo:
Existen factores en el ámbito del cuidado animal que no se experimentan en el ámbito del cuidado hacia otros humanos y que marcan la diferencia en cuanto a la fatiga por compasión.
Por un lado, tenemos el vínculo humano-animal como uno de los factores que contribuyen a esta fatiga por compasión, ya que permite que se cree el vínculo emocional entre el cuidador y su paciente animal. La investigación ha demostrado que el vínculo humano-animal se puede convertir en un estresor en los trabajadores del ámbito de cuidado animal (Dunn et al., 2019). Y esto ocurre por diversas razones, como el hecho de que los cuidadores de animales están expuestos frecuentemente al abundante trauma, abuso, negligencia y eutanasia de animales (Rohlf, 2018; Scotney, 2017), la falta de formación en la gestión de emociones relacionadas con los cuidados de animales o con las emociones de otros humanos (Hanrahan et al., 2018), y que los rescatadores de animales tienen una perspectiva especial del vínculo humano-animal, siendo testigos constantes de la ruptura de ese vínculo cuando un animal es abandonado.
Un segundo factor, consistiría en el conflicto moral y la relacionada paradoja del cuidar-matar. Según Montoya et al. (2019) el conflicto moral aparece cuando una persona debe llevar a cabo una tarea que entra en conflicto son su código moral. Y esto surge con la paradoja de cuidar-matar, cuando, por ejemplo, un animal llega en tal situación extrema clínica a un refugio que lo más humanitario es eutanasiarlo (Arluke, 1994). Todo esto lleva a un conflicto entre el ideal del supuesto trabajo de cuidar a los animales y la realidad. Y, así, la suma del conflicto moral con la paradoja de cuidar-matar, magnifica la exposición a la fatiga por compasión.
Un tercer factor, directamente relacionado con el anterior, es la elevada exposición a las prácticas de eutanasia en el ámbito del cuidado hacia otros animales, que se ha demostrado que está correlacionda con el burnout y el estrés traumático secundario en los trabajadores del ámbito de cuidado animal (Nguyen-Finn, 2018). Y en otros estudios se ha comprobado que la eutanasia lleva a sentimientos de tristeza, culpabilidad, depresión, desesperación y recuerdos recurrentes de la eutanasia en los profesionales del sector veterinario y los trabajadores de refugios animales (Rohlf, 2018; Scotney et al., 2015).
Un cuarto factor consiste en sentir el cuidado hacia los animales como una “llamada”, un “propósito”, un “deber”, lo cual es muy común en este sector (Schabram, K., & Maitlis, 2017), lo cual hace que sea muy difícil separar el trabajo de la vida personal y muy fácil sentirse culpable por tomarse tiempo libre fuera del ámbito de cuidar a esos animales que los necesitan. Y esto lleva a que los profesionales y voluntarios del entorno de cuidado de los animales, que se sienten sumamente responsables de los animales que dependen de ellos, sacrifiquen su propio bienestar por el bien de esos animales.
Otro factor nada despreciable es el estigma de trabajo en cuidado animal (Baran et al., 2012). Esto significa que trabajar en este sector se considera “trabajo sucio” en dos sentidos, por un lado, físicamente, porque corresponde estar en contacto con fluidos y desechos de animales (limpiando jaulas, limpiando animales, asistiendo a la eutanasia, etc), y por otro lado, socialmente, porque supone dedicarse a una población menospreciada por algunos sectores de la sociedad. Y así, los profesionales y voluntarios trabajando en el ámbito de los cuidados hacia otros animales se sienten poco valorados e incomprendidos a nivel general (Cavallaro, 2016).
Y el último de estos factores del ámbito de cuidado de animales que contribuyen especialmente a la aparición de la fatiga por compasión es el duelo deslegitimizado por la sociedad, en referencia a la pérdida de un animal, puesto que gran parte de la sociedad no lo acepta como un duelo legítimo (Pallotta, 2019). Eso obliga a que los trabajadores y voluntarios de este sector vivan ese duelo de una forma secreta o silenciosa, y esta imposibilidad de pasar el duelo lleva a las personas que sienten la pérdida de un animal sin apoyo emocional para superar sus sentimientos y con la incapacidad de procesar su duelo (Marton et al., 2019).
En primer lugar, es necesario visibilizar este fenómeno, puesto que es muy frecuente, a la par que desconocido.
Por ello, existe la necesidad de que en el ámbito de los cuidados de animales se lleve a cabo educación y formación en diferentes aspectos, principalmente para prevenir la fatiga por compasión:
Y para la prevención sistemática convendría disponer de protocolos de evaluación reiterada (anual o semestral) para todo el personal y voluntariado en los refugios de animales y clínicas veterinarias, puesto que ya existen herramientas, como escalas validadas científicamente, para valorar el nivel de fatiga por compasión (Stamm, 2005).
También es importante, para el tratamiento de la fatiga por compasión, poder ofrecer programas de apoyo y recuperación, ya sea en grupo o individuales.
Y toda esta información debería estar al alcance de cualquier profesional o voluntario que esté en el campo del cuidado de los animales, porque, tristemente, la realidad es que estas personas están siempre en contacto con el dolor de los animales y, por tanto, el riesgo de sufrir fatiga por compasión está constantemente presente. Sólo mediante la conciencia de que este fenómeno siempre acecha podremos prevenirlo adecuadamente. Y hay que recordar que si el cuidador cae en fatiga por compasión, se pierde su capacidad de cuidar, y, así, perdemos también capacidad para seguir luchando por el bienestar de los otros animales.
Arluke, A. (2002). Managing emotions in an animal shelter. In Animals and human society (pp. 183-203). Routledge.
Baran, B. E., Rogelberg, S. G., Carello Lopina, E., Allen, J. A., Spitzmüller, C., & Bergman, M. (2012). Shouldering a silent burden: The toll of dirty tasks. Human Relations, 65(5), 597-626.
Baranowsky, A. & Gentry, E. (2018) Compassion Fatigue Specialist Training: Accelerated Recovery Program Student Manual. Traumatology Institute: Toronto, Canada.
Cavallaro, L. (2016). Employee Wellbeing and Compassion Fatigue among Animal Caregivers: A Hermeneutic Phenomenological Study (Doctoral dissertation, The George Washington University).
Dunn, J., Best, C., Pearl, D. L., & Jones-Bitton, A. (2019). Mental health of employees at a Canadian animal welfare organization. society & animals, 1(aop), 1-37.
Figley, C. R. (1995). Epilogue: The transmission of trauma. Compassion fatigue: Coping with secondary traumatic stress disorder in those who treat the traumatized, 249-254.
Figley, C. R. (2002). Compassion fatigue: Psychotherapists’ chronic lack of self care. Journal of clinical psychology, 58(11), 1433-1441.
Figley, C. R., & Roop, R. G. (2006). Compassion fatigue in the animal-care community. Humane Society Press.
Gottfried, R., & Bride, B. E. (2018). Trauma-secondary, vicarious, compassion fatigue. In Encyclopedia of Social Work.
Hanrahan, C., Sabo, B. M., & Robb, P. (2018). Secondary traumatic stress and veterinarians: Human–animal bonds as psychosocial determinants of health. Traumatology, 24(1), 73.
Joinson, C. (1992). Coping with compassion fatigue. Nursing, 22(4), 116-118
Marton, B., Kilbane, T., & Nelson-Becker, H. (2020). Exploring the loss and disenfranchised grief of animal care workers. Death Studies, 44(1), 31-41.
Montoya, A. I. A., Hazel, S., Matthew, S. M., & McArthur, M. L. (2019). Moral distress in veterinarians. Veterinary Record.
Morrissette, P. J. (2004). The pain of helping: Psychological injury of helping professionals. Routledge.
Nguyen-Finn, K. L. (2018). Cost of Caring: The Effects of Euthanasia on Animal Shelter Workers (Doctoral dissertation, The University of Texas Rio Grande Valley).
Pallotta, N. (2019). Shield your eyes: The sociocultural context of secondary trauma in the animal protection movement. Conference Papers — American Sociological Association, 1–26.
Rohlf, V. I. (2018). Interventions for occupational stress and compassion fatigue in animal care professionals—A systematic review. Traumatology, 24(3), 186.
Schabram, K., & Maitlis, S. (2017). Negotiating the challenges of a calling: Emotion and enacted sensemaking in animal shelter work. Academy of Management Journal, 60(2), 584-609.
Scotney, R. L., McLaughlin, D., & Keates, H. L. (2015). A systematic review of the effects of euthanasia and occupational stress in personnel working with animals in animal shelters, veterinary clinics, and biomedical research facilities. Journal of the American Veterinary Medical Association, 247(10), 1121-1130.
Scotney, R. (2017). Occupational Stress & Compassion Fatigue: The effects on workers in animal-related occupations.
Stamm, B. H. (2005). The ProQOL manual. Retrieved July, 16, 2007.