Un sentimiento de unión que merece ser protegido.
Personas vulnerables rechazan recursos sociales que no admiten a sus compañeros animales
7/05/2021
7/05/2021
No son extraños los casos de personas en situación de vulnerabilidad que rechazan el acceso a los recursos que los servicios sociales ponen a su disposición si no los pueden acompañar los animales con los que conviven. En la jerga oficial se llaman ‘animales a cargo’, pero para ellos no son una carga. Son una compañía —a veces la única que tienen—, un vínculo emocional que se resisten a perder. Tan de calidad es ese vínculo y tan positivas las emociones que despierta que se puede dar la incongruencia de que el mismo recurso que niega la estancia de sus animales programe intervenciones asistidas con otros. Sin duda, es un reto para las administraciones, pero urge evitar que mayores dependientes se resistan a abandonar su hogar o que mujeres víctimas de violencia prolonguen la convivencia con su maltratador cuando lo hacen por no alejarse de su compañero animal.
Foto: Dan lee best para Founder of Feeding Pets
Es cada vez más frecuente que la actuación de las instituciones para auxiliar o mejorar la vida de las personas tenga una ‘derivada animal’ para la que no siempre están preparadas. Accidentes, hospitalizaciones o la necesidad de abandonar el hogar de manera provisional o permanente son algunos ejemplos en los que la presencia de un animal hace más compleja la intervención. Y este hecho, que un animal esté presente en la vida de una persona, es, sin embargo, cada vez más habitual.
En España hay censados unos 13 millones de animales de familia, según la red oficial de identificación REIAC, aunque la patronal de fabricantes de alimentos para mascotas eleva esta cifra hasta los 28 millones. Más del 40% de hogares españoles son morada de al menos un animal no humano, y ésta es una tendencia que crece con rapidez. Ha tenido gran repercusión, en este sentido, el momento en que los perros y gatos censados en Madrid han superado al de menores de 10 años.
La anticipación es la clave en el diseño de los protocolos de servicios sociales, según Antonio Vadillo, responsable de la sección de protección animal de la policía local de Fuenlabrada, un municipio de Madrid con un amplio programa en este ámbito de actuación. “Debemos pensar qué nos puede pasar, y establecer herramientas y protocolos previos para prevenir cualquier contingencia. Por ejemplo, si hay que llevar a una persona al hospital y tiene un animal, no es momento para improvisar. Hay que conocer y tener automatizada la respuesta adecuada.”
Son los ayuntamientos, de hecho, la administración responsable de la mayor parte de las prestaciones a los ciudadanos. “Es la administración más cercana, la que da el servicio”, explica David Dorado Rivera, policía municipal de Alcorcón, que apunta que los gobiernos municipales deberían “incluir al animal doméstico en los recursos que ya tienen establecidos, como las casas de acogida”. Dorado dirige un proyecto de investigación en el que explica cómo el animal, además, suele ser una víctima más en los casos de violencia intrafamiliar. Como ya hizo J.L Castellví en este mismo blog, Dorado defiende con determinación la necesidad de generar protocolos claros que contemplen la ayuda a los animales desde Protección Civil en accidentes y catástrofes, como inundaciones o incendios. [¿Por qué no se está salvando a los animales cuando hay una catástrofe? Blog de la Cátedra 05/07/2019