Serie équidos: El cerebro del caballo. ¿Piensan los caballos?
9/9/2022
9/9/2022
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Serie Équidos:
Enlace al artículo 1: “Conectando valores”
Enlace al artículo 2: “El cuerpo del caballo”
La respuesta a esta pregunta parece ser clara: por supuesto que piensan; pero, hay que añadir: no como nosotros. Comprender las diferencias y las semejanzas en la relación e interpretación del caballo con el entorno, nos ayudará a tener mejores relaciones y por supuesto mucho más respetuosas entre los humanos y los equinos.
Actualmente se dispone de más información que nunca: cada vez es más fácil escoger y empaparse de datos, cada día se publican diferentes estudios relacionados con caballos. Cuando antes se publicaba de año en año, ahora disponemos de estudios con conclusiones casi diarias. Pero también cada día es más difícil seleccionar la calidad de esa información y de esos datos. Además, en los últimos años se puede observar un creciente interés genuino en el mundo equino por mejorar la manera de relacionarnos con estos animales. Cada vez hay más gente dispuesta a “trabajar-se” para entender mejor a sus caballos y mejorar así su relación con ellos. Pero, uno de los problemas en la relación humano-animal es que muchas veces les antropomorfizamos*, es decir, les adjudicamos cualidades mentales humanas y por lo tanto, responsabilidades que no les corresponden y eso, a veces, es contraproducente y sinónimo de fracaso a la hora de mantener relaciones sanas y equilibradas con los otros animales. En estos casos, y concretamente refiriéndonos a los caballos, son ellos los que salen perdiendo.
*Antropomorfismo: atribución de forma o cualidades humanas a lo que no es humano, en especial a divinidades, animales o cosas.
Es por eso que, en este artículo, y antes de proseguir con los siguientes de esta serie, es adecuado profundizar en un tema, de suma importancia para poder relacionarnos mejor con los caballos (extrapolable a cualquiera otra especie animal, guardando las distancias etológicas o de comportamiento de cada especie): Comprender cómo funciona el cerebro del caballo.
Retomando la pregunta que da título al artículo, deberíamos re-formularla y analizar la forma que los caballos tienen de procesar la información, cómo aprender, porqué sienten miedo, confianza o qué les interesa y motiva. Laureen Brubaker y Monique Udell se hicieron algunas de estas preguntas y en 2016 publicaron su trabajo: Cognición y aprendizaje en caballos (Equus caballus): lo que sabemos y por qué deberíamos preguntar más). En su publicación (cuya lectura recomendamos) se resumen algunos de los hallazgos actuales sobre las interacciones entre humanos y caballos, el aprendizaje social y el aprendizaje independiente de los caballos.
Imagen David Mark
Pero continuando con el enfoque comparativo entre el cerebro humano y el del caballo, podemos afirmar que, aparentemente no difieren tanto, aunque sí son muy distintos estructural y sobretodo funcionalmente. Pongamos, por ejemplo, el lóbulo frontal del cerebro humano. A parte de ser mucho más grande y estar más desarrollado que el del caballo, el lóbulo frontal del ser humano destaca especialmente por el hecho de estar muy involucrado en las llamadas funciones ejecutivas. Estas funciones son las que asociamos a la cognición y la toma de decisiones. Por ejemplo, el uso de la memoria, la planificación, la selección de objetivos, y la resolución de problemas específicos que tienen que ser abordados focalizando la atención en aspectos concretos. En líneas generales, se puede concluir que el lóbulo frontal de cada hemisferio sirve para convertir la información sobre el entorno en materia a partir de la cual decidir lo que se hace y diseñar un plan de acción para intervenir sobre lo que nos rodea. De algún modo, es la parte del cerebro gracias a la cual dejamos de convertirnos en sujetos pasivos para pasar a ser agentes activos, con capacidad para cambiar cosas respondiendo a unos objetivos concretos elegidos por nosotros a partir de lo que hemos ido aprendiendo.
Los caballos en cambio, no tienen la misma capacidad de categorizar como nosotros. Por ejemplo, un burro es un animal de 4 patas, con cascos y que se parece mucho a un caballo. La mayoría de caballos cuando encuentran un burro por primera vez, se asustan. También tienen dificultad en generalizar, por ejemplo, cuando pasan de un terreno cementado a otro de alquitrán o incluso de goma (como en muchas duchas ecuestres) o incluso con terrenos del mismo material, pero de diferente color. Tienen, por norma general, que aprender que cada una de esas superficies es segura antes de andar por encima de ella, podemos afirmar que el proceso de generalización de los aprendizajes es una de las primeras diferencias respecto a la cognición humana. Lo mismo con los burros, una vez aprendido que no son peligrosos, ya no se asustan cuando ven otro ejemplar.
Los caballos aprenden practicando; gradualmente discriminaran cuál es el mejor árbol para rascarse, el camino más corto al agua o cuál es la mejor superficie para revolcarse. Los caballos van aprendiendo a medida que las dificultades les aparecen. Ellos viven en “el aquí y el ahora” y aprenden gradualmente sin depender del hipocampo**. No necesitan depender de él, ya que los caballos no memorizan como nosotros, aprenden practicando; igual que nosotros lo hacemos cuando chutamos una pelota fútbol o queremos golpear una pelota de tenis con la raqueta. No pensamos en cómo chutar, lo hacemos, y cuánto más practicamos, más hábiles somos.
**Hipocampo: estructura del cerebro encajada profundamente en el lóbulo temporal de cada corteza cerebral. En el cerebro humano, es una parte importante del sistema límbico, de una región cortical que regula el estímulo, la emoción, la capacidad de aprendizaje y, sobretodo, de la memoria.
El cerebro del caballo está mucho más especializado en las funciones motoras y sensoriales que el del ser humano. La parte del cerebro que coordina las funciones motoras, la memoria para las habilidades prácticas, los hábitos y rituales y el condicionamiento es el cerebelo (situado en el lóbulo primitivo central). Integra cualquier sensación motora para producir movimientos coordinados, ágiles y controlados; también procesa la información y controla la coordinacón de los movimientos del ojo y cabeza del caballo. La postura de la cabeza y la coordinación están controladas por la área cerebelosa y vestibular del cerebelo, en respuesta a los estímulos y sensaciones de la cabeza, tronco y extremidades del caballo.
Es el cerebelo el que registra directamente la presión al tronco o extremidades del caballo y coordina los movimientos voluntarios. Este es el sistema responsable de aprender y guardar los movimientos, por ejemplo, cuando entrenamos al caballo para la Doma. Es dónde el caballo guarda la memoria de flexionar y elevar más el corvejón a la señal de la fusta o del chasquido de la lengua, y lo recordará para la próxima sesión.
Se puede concluir que el cerebro del caballo está especializado en las acciones motoras y sensoriales, y esto tiene todo el sentido evolutivo, ya que son las que les permiten luchar por su supervivencia. Un potrillo nada más nacer es capaz de, en menos de una hora, empezar a andar y, rápidamente es capaz de trotar y hasta galopar. Aunque la ciencia aún tiene que desarrollarse mucho en el campo del conocimiento sobre la percepción equina poco a poco se van conociendo detalles, sobre todo respecto a la importancia de la información sensorial. El caballo parece haber desarrollado un sistema visual especialmente sensible a la luz tenue y al movimiento, tiene poca superposición binocular y su mejor agudeza se limita a una banda horizontal restringida a la que apuntan principalmente los movimientos de cabeza y cuello. Sin embargo, el campo de visión total es muy amplio. En general, como cabría esperar de un animal presa. La audición de alta frecuencia de los equinos es muy superior a la de los humanos, pero los caballos pueden ser menos capaces de localizar el punto de origen de los sonidos breves. Su sensibilidad táctil es elevada y la capacidad de su cerebro y su cuerpo para regular la percepción del dolor parece ser similar a la de otros mamíferos. Recomendamos la lectura de Saslow, C. A. (2002) para ampliar todos estos aspectos.
Imagen de Christel SAGNIEZ
El cerebelo es la estructura más importante en el encéfalo del caballo ya que es el encargado de controlar el equilibrio, los movimientos de la cabeza y los ojos, y todos los sentidos. Es el responsable del aprendizaje de los movimientos motrices. Para aprender las habilidades motoras el hipocampo no se necesita ya que el sistema que se utiliza para recordar la información adquirida a través de la repetición es el cerebelo.
Por el contrario, el cerebro humano enfatiza el lenguaje y la motricidad fina. Tiene el lóbulo frontal mucho más desarrollado junto con el hipocampo, que regula las emociones y la memoria de estudio (leer y recordar).
Finalizamos con una de las conclusiones de Saslow:
“Queda mucho por investigar en el futuro tanto en el ámbito de la percepción de los equinos como en el de la cognición basada en los sentidos, pero por el momento las personas que interactúan con este animal deben ser conscientes de la importancia de los sonidos que emiten, los movimientos de su cuerpo, la forma de tocar al animal y los olores que emiten o llevan en su ropa
Fortin, M., Valenchon, M., Lévy, F., Calandreau, L., Arnould, C., & Lansade, L. (2018). Emotional state and personality influence cognitive flexibility in horses (Equus caballus). Journal of Comparative Psychology, 132(2), 130.
Matsuzawa, T. (2017). Horse cognition and behavior from the perspective of primatology. Primates, 58(4), 473-477.
Jones J. (2020)Horse Brain, Human Brain: The Neuroscience of Horsemanship. Trafalgar Square Books