La realidad de los gatos.
8/11/2019
8/11/2019
Los gatos son todavía animales desconocidos, cuyo comportamiento aún genera frustración y curiosidad en las personas. Ni todos son domésticos, ni todos son iguales, y mucho menos se parecen a los perros. Necesitamos abrir una nueva puerta a esta especie tan exclusiva para conocerlos bien y aceptarlos tal como son.
Los animales más cercanos a las personas a día de hoy, siguen siendo grandes desconocidos. El amor por los gatos por cómo son, y la necesidad de su compañía, ha crecido exponencialmente en los últimos años, pero esto también ha hecho crecer el número de abandonos y problemas en los hogares relacionados con la tenencia de estos compañeros. El motivo de la mayoría de los problemas, abandonos y del maltrato a los gatos tiene que ver siempre con la ignorancia sobre su comportamiento natural, sobre cómo se relacionan y expresan, el por qué, qué necesitan y qué cosas les afectan negativamente. También nuestra forma de ser y lo poco preparados que estamos para amar incondicionalmente, para escuchar, para parar cuando es necesario y dedicarse tiempo a uno/a mismo/a y a la familia con la que compartimos nuestro hogar. Parece increíble que el animal más amado sea el más desconocido y también que sea el animal cuyo comportamiento natural es el menos tolerado por las personas. Los problemas más frecuentes que llevan a los gatos a ser abandonados son eliminación inadecuada, comportamientos agresivos, mala relación con otros animales de la casa, ser miedosos y no dejarse tocar. El no comprender el por qué de estos comportamientos nos lleva a rechazar la presencia del gato en casa y a pensar que estará mejor en otro lugar. Lo que no sabemos es que esto no son problemas de comportamiento sino síntomas de que el gato se siente muy mal, estresado, presionado, asustado o enfermo. No damos crédito a sus sentimientos sino que pensamos que se comporta mal y lo abandonamos, o le regañamos y castigamos.
Los gatos llevan cerca del humano miles de años, siempre desde su naturaleza de libertad e independencia, pero es recientemente, hace menos de 100 años, que conviven con nosotros en hogares cerrados y tienen una relación estrecha, emocional, una relación de familia y un vínculo muy profundo con una persona en concreto. No los hemos domesticado, sino que ellos han ido socializando con nosotros a lo largo de la historia por su propia voluntad. Nuestra relación original era de mutualismo, es decir, una relación en la que ambos nos beneficiábamos. Ellos obtenían alimento fácil al acercarse a los poblados humanos, y nosotros obteníamos protección contra roedores y plagas en nuestros graneros, cultivos y puertos. Pero la relación actual que tenemos con los gatos es totalmente diferente, y es por ello que debemos comenzar a cambiar nuestra visión y relación con ellos.
Debemos comenzar a ver a los gatos (y resto de animales) como individuos únicos, si queremos empezar a comprenderles mejor y poco a poco mejorar nuestra relación con ellos. No todos los gatos son iguales, ni todos los gatos son domésticos, ni todos quieren tener relación con los humanos, ni por supuesto tampoco todos sobreviven en la calle. El hecho de ser gato no significa que pueda ni quiera vivir en un hogar cerrado con personas ni establecer un vínculo emocional con nosotros. Generalmente, hay gatos domésticos y gatos asilvestrados, aunque sean exactamente iguales físicamente, su relación con el mundo y motivaciones son totalmente diferentes. No por haber nacido en la calle es asilvestrado y tampoco por nacer en un hogar es doméstico. ¿Dónde está la diferencia? En el individuo que, recuerda, es único y diferente a los demás. Sabemos identificar a un gato doméstico porque es cariñoso, sociable, no se asusta de nosotros, pero no sabemos diferenciar a un gato asustado de un gato asilvestrado.
Nos cuesta también aceptar que un gato no quiera ser doméstico, y por ello uno de los principales problemas es que los refugios y perreras, también casas de acogida, están saturados de gatos no sociables con personas, es decir, asilvestrados, o “no aptos para ser adoptados”, como se les suele llamar. Y no hay lugar para recoger más gatos porque los asilvestrados ocupan ese lugar junto con los gatos domésticos abandonados. Hay gatos domésticos en la calle siendo atropellados y maltratados por personas (porque se acercan a todo el mundo ya que son sociables) por falta de lugares en las protectoras. Además, la gran mayoría de personas sólo adopta a los gatos que son cariñosos, es decir, domésticos. En los últimos años, el nivel de adopciones ha subido, pero nuestra relación con los gatos y lo que esperamos de ellos sigue siendo más o menos la misma, por tanto, hay gatos que todavía no reciben nuestra ayuda por igual, los que no son domésticos, ya que no encuentran su lugar porque no lo permitimos la mayoría de las veces.
Muchas personas intentan o quieren “socializar” a los gatos que no lo son, para poder darlos en adopción y que no vuelvan a vivir en la calle. Pero la mayoría de las veces no es posible. Existen muchos casos de gatos asilvestrados que socializan al tener contacto con personas o al probar a vivir en un hogar. Esta socialización la hacen ellos solos porque les ha gustado la experiencia, pero no porque se les haya forzado, así no se consigue. Conseguir que un gato viva resignado no es socializarlo. Que se deje tocar mientras no se atreve a moverse del miedo, tampoco. Los gatos deben ser felices todo el día, los que se dejan tocar y los que no.
Nuestra relación con los gatos depende muchísimo de nuestra personalidad y de nuestra motivación, también. Tendemos a ser demandantes y nos gustan los gatos que nos hagan caso, los cariñosos. Los gatos que nos tienen miedo o que nos rechazan nos hacen sentir frustración. Si nos pusiéramos del lado del gato lo entenderíamos y no les exigiríamos tanto, les dejaríamos fluir mejor. Nos gustan los gatos que “parecen perros”. Tendemos incluso a comparar o a tratar por igual estas dos especies tan diferentes, tan sólo porque son cercanas en nuestros hogares, pero son animales completamente diferentes. Los “gato-perro” son bien queridos, porque nos recuerdan a los perros, animales que quizás llevan más tiempo con las personas, en cuanto a tener una relación familiar y cercana, a convivir. Además, los perros son animales sociales y les gusta agradarte, hacer cosas por ti, verte feliz. Nos encanta que nuestro gato nos traiga la pelota cuando se la tiramos. Pero todos los gatos no son así y para muchas personas es frustrante. ¿Cuál es la motivación de los gatos? Depende del individuo, pero generalmente, debemos comprender que son animales cazadores, preparados para sobrevivir solos, cazando su propio alimento, defendiendo su territorio. No es un animal que necesite hacer vida social de forma natural, pero por supuesto hoy en día la mayoría están adaptados a convivir en grupos. Pero un gato conviviendo con demasiados gatos siempre acaba somatizando mucho estrés.
Si tenemos dudas sobre si un gato es asilvestrado o doméstico, debemos escucharle, observarle. Podemos ofrecerle un entorno doméstico y positivo, sin forzar nada, dándole espacio sin intentar ni tocarle, para ver si le gusta y se siente cómodo en poco tiempo. Si no es así, debemos respetar su miedo y ayudarle a ser feliz en un lugar donde pueda ser libre y no correr peligro. También debemos tener en cuenta la historia de cada gato y cómo ha llegado a dónde está para comprenderle mejor. Nuestra actitud ha de ser siempre respetuosa, de escucha, sin exigirles nada, y dándonos cuenta de lo que sentimos nosotros y que no debe afectar al gato (nuestro miedo, nuestra sensación de culpabilidad o pena hacia el gato, nuestro enfado o frustración, nuestra necesidad de atención o respuesta afectiva por parte del otro).
La genética, sus primeras experiencias con su familia felina (las primeras semanas de vida), y su aprendizaje (con su madre y hermanos, otros gatos, perros, o humanos durante sus primeros meses de vida) determinará su personalidad y su capacidad de adaptarse a cualquier entorno o situación, a saber relacionarse con diferentes especies de forma equilibrada. La mayoría de los gatos que conviven con nosotros han sido rescatados y separados de sus madres antes de los tres meses de vida, por ello su personalidad no está del todo desarrollada ni equilibrada y presentan problemas ante situaciones de estrés posteriormente, no tienen herramientas, y la mayoría de las veces, el humano es quien provoca sus desequilibrios. Sería más fácil determinar cómo es la personalidad equilibrada de cada gato si respetáramos al menos sus tres primeros meses de vida con su familia compuesta por madre y hermanos. Así veríamos claramente quién es doméstico, quién tiene miedo pero es sociable, y quién es asilvestrado y prefiere vivir en libertad.
Los gatos son muy importantes para las personas que los aman. Son parte de nuestra familia y se les adora en general. Pero todavía el número de abandonos de gatos domésticos en la calle, perreras y protectoras de animales es desolador. Tenemos que aceptar quiénes son y cómo son, e informarnos antes de adoptar un gato si es nuestro compañero ideal, según sea nuestra personalidad, hogar, y estilo de vida. También debemos encontrar y conectar con el gato que encaje con nosotros, porque, insisto, cada uno es único y cualquier gato no es compatible con cualquier persona u otro animal.
Debemos encontrar lugares seguros y protección para las colonias felinas urbanas, para los gatos asilvestrados que no quieren convivir con personas ni encerrados, no deben vivir en las jaulas de las perreras ni ser tachados de “no adoptables”, sino reconocer que no son domésticos y permitirles hacer su vida en libertad en un lugar seguro. En cambio, debemos ayudar también a que los gatos domésticos encuentren un hogar, una persona o familia y pueda vivir protegidos, felices y con una relación basada en la tolerancia, igualdad y cariño en casa, exenta de castigo y de autoridad por parte de las personas. Debemos respetar la socialización natural del gatito hasta al menos los 3 meses de edad junto a otros gatos, preferiblemente su madre y hermanos, para evitar desequilibrios y problemas en el futuro. Cuando hay cualquier problema, debemos entender que nuestro gato no se encuentra feliz y tenemos que intentar ayudarle a estar bien para que el problema deje de manifestarse. Son maravillosos animales y compañeros de vida, que sólo se quejan cuando no se les escucha. Y siempre tienen razón.
Laura Trillo Carmona, Terapeuta Natural de Gatos y Comunicadora Felina
Terapia Felina.
Para saber más: