Los Perros invisibles.
¿Quiénes son, por qué adoptar uno y cómo darles visibilidad?
14/04/2023
14/04/2023
Por:
Marta Calcerrada
Fundadora y directora de Rumbo Canino.
Graduada en Biología Ambiental, Postgrado en Antrozoología. Educadora Canina.
Autora del libro: Adoptándonos. Paso a paso para una adopción consciente y feliz. Más INFO: ENLACE
Desde 2008 ayudando a las familias multiespecie a mejorar su calidad de vida, y actualmente también formando a profesionales del sector a mejorar con sus negocios y su profesionalización.
Kenia. Murió la primera noche en casa.
El término “perros invisibles” lo empezamos a utilizar hace unos años para identificar a aquellos perros que potencialmente son de larga estancia en los refugios, especialmente por ser mayores (8 años en adelante), tener problemas de salud crónicos, problemas de comportamiento y/o ser de razas específicas como los catalogados como Perros Potencialmente Peligrosos (sus siglas PPP), ej: Pit Bulls, Staffordshire terrier…
Mi historia con estos perros invisibles empezó en la primera protectora donde fui voluntaria. Allí conocí a muchos perros que se hicieron mayores en el refugio, a otros que tenían muchos problemas de comportamiento derivados de mil motivos, a algunos con enfermedades crónicas o latentes como la Leishmania, que ya no salían nunca en adopción. Muchos, muchos perros que vivían, literalmente, toda su vida, en el refugio.
La historia de Bru:
Y uno de ellos fue Bru. Bru lo tenía (casi) todo: se estaba haciendo mayor, tenía problemas de corazón, sobrepeso derivado de la falta de ejercicio que empeoraba su salud física, y muchos problemas de agresividad por miedo a personas, objetos nuevos, manipulaciones, etc. Conmigo tuvo un feeling precioso desde el principio, además de muchísimo trabajo por parte de ambos.
Bru casi no salía a pasear, porque nadie le podía poner la correa. Solo una persona además de mí. Un compañero que, sin saber hacerlo mejor, usaba técnicas de inhibición y bloqueo, aversivas, para poder ponerle la correa y salir una vez Bru ya no podía responder de ninguna forma.
Decidí no forzar, ayudarle a que me perdiera el miedo y que fuera confiando en mí para poder ir saliendo a pasear. Me costó meses tocarle todo el cuerpo sin que me intentara morder (no gruñía y casi casi no daba señales antes de marcar). Todavía más tiempo tardé en poder cortarle alguna de las rastas que llevaba colgando de las orejas, del “culete” o de la barriga, porque todo lo que era metálico le hacía reaccionar por miedo también.
Nadie se atrevía a ducharlo, peinarlo, ponerle pipetas, vacunas… Empezaron a pasármelo a mí.
Nadie se dió cuenta que a Bru le faltaban casi todas las uñas de las patas, y que más de una vez, cuando en el refugio nos encontrábamos huellitas con sangre, en algún lugar había una uña que se le había caído por engancharse o estar demasiado larga. Nadie se las podía cortar.
Tampoco nadie me hizo caso durante los 2 años que estuve pidiendo que lo llevaran al veterinario porque notaba que no respiraba bien. Podía ser ansiedad, sí. No lo era. Era una insuficiencia cardíaca que requería de medicación y dieta especial, que nadie se atrevía a darle.
Y claro, como es previsible, cuando empecé a notar que le faltaba pelo, que quería salir menos a pasear y que no paraba de rascarse, nadie me hizo caso. Estuvo 3 semanas con sarna sin tratar. Pudiendo contagiar al resto de perros del refugio, y a los humanos. Así pues, le tocó cuarentena de varias semanas.
Al cabo de un tiempo entraron varias personas maravillosas al refugio, y tuvieron la misma paciencia que yo para ganarse a Bru. Fuimos trabajándolo y poquito a poquito pudo hacer vínculo y salir, interaccionar y ser cuidado por más personas.
Ya al final, cuando lo pude adoptar, se vino conmigo.
¿Por qué es importante la historia de Bru?
Perra Lis, en adopción GosSOS Andorra
El término “invisible” pone la responsabilidad a los humanos. Porque ni los adoptantes ni el equipo del refugio se fijan en este tipo de perros. El problema real empieza en el equipo del refugio, de la entidad. Si nadie, o pocas personas del equipo interno se percatan de que estos perros existen, pocas opciones les dan para poder ayudarles y, a la larga, presentarlos a adoptantes con los que puedan encajar.
Además “Perro invisible” hace referencia a la ubicación de la responsabilidad para con la situación de ese animal. Muchas veces se ha comentado: este perro es agresivo. Este perro es “no adoptable” o “difícilmente adoptable”. Este perro es “difícil”, “complicado”. Este perro “tiene problemas”. ¿Dónde estamos poniendo la responsabilidad de la situación del perro? En él mismo.
Ahora bien, si hablamos de perros de larga estancia en refugios (término muy largo aunque cierto), o de “perros invisibles”, ¿en quién ponemos la responsabilidad? En nosotros. Los humanos.
Los perros invisibles no deciden vivir en el refugio toda la vida. No es un hotel de 5 estrellas. Ellos no deciden no poder tener una familia por ser de determinada raza, o por ser mayores, estar enfermos, o tener problemas de conducta. Los que decidimos (por acción u omisión) ayudarles o ignorarlos, no mejorar su situación y no mostrarlos a potenciales adoptantes que encajen, somos nosotros. Y si miramos en nosotros, podemos ayudarles más y mejor.
Así pues, en el estudio que hice en 2016 sobre este tema[1], nombramos a los animales con estos perfiles concretos como “Perros Invisibles”, ya que son estos los que habitualmente pasan desapercibidos a ojos de los adoptantes e incluso del personal del refugio que los ha de enseñar a las familias.
Son adopciones en un principio más complicadas por varias razones:
Hay muchos tipos de perros invisibles, aunque los que, de momento, están estudiados, son los cuatro que menciono más arriba. Ahora bien, podríamos englobar perros negros, mestizos de diferentes tipos… Varios tipos más. Haremos estudios sobre ellos, eso sí. En algún momento, se hará.
Perra Nala, en adopción GosSOS Andorra
La primera razón podría considerarse logística, pero en realidad no lo es. Es una consecuencia de la cultura, el manejo y las acciones humanas. Hay muchísimos perros invisibles. Muchísimos más de los que pensamos a primera vista.
Los estudios de Fatjó y colaboradores[2] han ido viendo que los motivos para el abandono más frecuentes están directamente relacionados con el comportamiento, la salud y la edad del perro. Cuanto más tiempo que dedicarle y más gastos implique su cuidado, más coste percibido puede haber en la balanza, en detrimento de los beneficios[3].
Además, en muchas regiones del mundo se han implementado políticas de sacrificio cero. Personalmente, a mí me encanta. De verdad. Eso sí, como todo, tiene sus consecuencias no tan positivas, como la acumulación de perros que no salen adoptados, y pasan el resto de su vida en los refugios.
Pongamos un ejemplo: si de 10 perros que entran al refugio, 3 son invisibles o podrían llegar a serlo, salen 7. En el refugio tenemos capacidad, por ponerte un ejemplo, 20 perros. Entran 10 más, de los cuales 2 son también invisibles. De entrada, en un momento, hemos perdido 5 plazas para que entren perros nuevos y puedan salir adoptados, porque estos 5 perros lo más probable es que acaben viviendo años en el refugio.
Los costes serán más elevados[4] [5] y a la vez, podremos rescatar menos perros. Con esto no digo, para nada, que los eutanasien. NO. Con esto, a lo que voy, es a que realmente tenemos una problemática muy extendida en muchos lugares del mundo, porque hay muchos perros que va a costar que salgan adoptados. Estas adopciones no se perciben tan sencillas como la de un perro sin “necesidades especiales”.
Sigo pensando que todas las adopciones tienen su intríngulis y que adoptar un perro invisible puede ser lo más bonito que te pase en la vida, si realmente lo vives desde la consciencia y el disfrute: desde el vínculo. Además de todo esto, hay muchas más razones por las que adoptar a un perro invisible:
Perra Tika, adoptada por una familia
Sobre los perros seniors, estos jovenzuelos de más de 7-8 años, también hay muchísimos beneficios para plantearse adoptarlos. Voy a intentar ser parcial, ya que quizás es una de las adopciones que más me emocionan:
Te añadiré algo, pero esta parte es solo para permitirme ser parcial por un momento: son adorables. Pequeños genios, sabios maravillosos, que te acompañan, te quieren, te valoran y disfrutan de todo lo que muchas veces han tenido, y han perdido alguna que otra vez. Otros ni han tenido lo bueno, y lo descubren a tu lado. No veas el disfrute, el goce, el placer. Solo has de mirarles las caritas.
Groot. Adoptado de Gossos Andorra.
No entraré a debatir si la clasificación está sesgada, correcta, justa o injusta (de hecho, mi última adopción, Groot, es un Dóberman y en Catalunya se considera PPP). Lo que sí está claro es que, si un perro está catalogado como PPP, va a requerir de unos documentos, cumplimento de normativas y adquisición de seguro específico. Además del estigma que sufren en gran parte de la sociedad. Para mucha gente, oír la palabra American Staffordshire, Pitbull, Dogo, Dóberman, Rottweiler… es sinónimo de intimidación, de un perfil social concreto y de, incluso, miedo.
Ahora bien, adoptar un perro clasificado como PPP es una maravilla, por muchos motivos:
Personalmente, entre los seniors y ellos, no sabría decidirme. Vamos a ver, eso sí, algunos de los beneficios que he vivido o me han ido contando las personas que han adoptado un perro con estos problemas o dificultades.
Visto esto, espero que algo haya hecho click en tu mente o en tu corazón. Por lo menos, “mini click”. Uno pequeñito, que te ayude a mirar de otra forma todo este tema. O por lo menos, que te ayude a no seguir apartando la mirada, y a verlos. Verlos de verdad. Aunque no puedas, ahora mismo, adoptar a ninguno. Aunque digas: no encajará, lo sé, no puedo.
Por lo menos, espero que ya los veas. Que poco a poco podamos ir quitándoles la etiqueta de Invisibles. No todo es de color de rosa, para nada, vamos a ver la otra cara de la moneda.
Perros invisibles varios en la Lliga per la protecció d’animals i plantes de Barcelona
Para adoptar un perro invisible, es cierto que en algunos casos solo hace falta tener la voluntad. En otros, desgraciadamente, no. Lo primordial es que, para que puedas disfrutar del proceso, es importante que tengas paciencia. Paciencia contigo, con tu familia, con el perro que adoptes, y con el entorno no tan cercano. Paciencia para no saltar ante los juicios ajenos, ante las miradas de pena en algunos casos, o de miedo en otros. Paciencia para, incluso cuando te falte apoyo por todos lados, puedas confiar en ti, en el equipo de la protectora y en tu compi perruno, y disfrutar del proceso.
Esa es la primera parte.
Ahora bien. Te dejo algunas preguntas para que reflexiones, y espacio aquí debajo para que puedas desarrollar tus ideas.
Si tienes niños pequeños, asegúrate que el perro no vaya a tener problemas con ellos, y que ellos puedan darle el espacio y el tiempo necesarios.
Por experiencia, vivir sola cuando vives con un perro invisible es, a la vez, lo mejor y lo peor que te puede pasar. Lo mejor, porque la adaptación es más sencilla, no has de acordar normas con nadie más que contigo, el manejo suele ser más consistente y tú te das el tiempo y el espacio necesarios para que el perro se vaya adaptando. Lo peor, porque puede que te falte apoyo, manos o tiempo para hacerlo todo. La experiencia compartida puede ser maravillosa.
Es importante también que cuentes con una reserva económica, aunque sea mínima. Por si las moscas.
El ambiente es clave. No te olvides.
Y lo más importante:
¿Tienes ganas de aprender y dejarte guiar? Si es que sí, valóralo seriamente.
Ahora que ya hemos visto quién son y por qué adoptarlos, vamos a ver qué podemos hacer, desde las entidades y desde la sociedad general, para darles ese empujoncito necesario para que salgan más fácilmente adoptados:
– Campañas de ayuda (programas de acogida permanente, “Els que ningú vol”, “Adopta un sénior”, etc.) a adoptantes que decidan acoger de manera indefinida un animal de larga estancia o del perfil tratado en este estudio.
– Medidas económicas específicas: la mayoría de las personas que respondieron a la encuesta de mi tesina del Postgrado refirieron que, si las entidades dieran ayudas económicas específicas para perros invisibles, sería más probable que adoptaran uno. Se pueden crear fondos específicos para la manutención de estos animales, campañas de recaudación específicas para ellos, así como convenios con clínicas veterinarias, educadores caninos y etólogos e incluso farmacéuticas y laboratorios que pudieran ayudar a reducir el coste total del gasto que supone el cuidado de un animal de este perfil.
– Ferias específicas dedicadas a poder difundir los casos de los animales menos visibles.
– Programas de encaje perro-adoptante (como el “Canine-ality” de ASPCA): son programas que consisten en identificar, mediante unos tests concretos, a las personas interesadas en adoptar, clasificándolas en diferentes tipos de personalidad. A la vez, se ha evaluado la conducta y personalidad de los perros del refugio y se les ha agrupado en diferentes tipos. Así, cuando la persona llega al refugio puede ser dirigida de manera más eficiente para visitar a los perros con los que directamente ya encajaría por personalidad y estilo de vida. Esto, extrapolado al tema de los perros invisibles, podría ser muy útil porque para aquellos visitantes que son neutrales o están abiertos a recomendaciones sin importarles ni edad, ni condición física, por ejemplo, en lugar de enseñarles los perros que acaban de llegar o son más adoptables, se les puede dirigir al tipo de perro específico y que tiene menos probabilidades de ser adoptado. Son una buena manera para hacer empatizar al adoptante con el animal en cuestión, así como caracterizar a ambas partes en el proceso de pre-adopción y hacer las adopciones más protocolizadas y estables.
– Mejorar el enriquecimiento ambiental de las jaulas, paralelas o estancias, ya que es darle más oportunidades de pensar e interaccionar al perro, pero a la vez, hace al animal más atractivo para el adoptante.
– Sesiones de “contacto humano-animal” para los voluntarios y adoptantes. Está demostrado que el contacto social con humanos es un enriquecimiento ambiental muy importante que mejora su estado y comportamiento, reduce su estrés y da la oportunidad de creación de vínculo con el posible adoptante, haciendo, de esta manera, el proceso de adopción más lento, pero más estable para el animal[6].
– Programas de educación básica para que los perros que están en el refugio puedan aprender ciertas conductas que les hagan más visibles a las familias potenciales. Se ha reportado que el comportamiento de un perro es bastante más importante que su apariencia física a ojos de su adoptante. La educación básica mejora el comportamiento del perro y lo hace más atractivo al adoptante, así como que da un ambiente más predecible y controlable, cosa que hace que también sea menos estresante. Por otro lado, el entrenamiento crea más oportunidades de interacción entre el perro y el humano, dándole contacto social (cosa que también mejoran su adoptabilidad)[7]
– Rehabilitación, en la medida que la entidad en concreto pueda, de las conductas que no son aceptables en la vida con una familia. Se ha visto que un gran porcentaje de los perros devueltos a las protectoras varias veces son perros con problemas de comportamiento que han acabado en manos de familias que, por inexperiencia principalmente, no ha podido o sabido hacerse cargo de solucionarlos. Por lo tanto, los programas de rehabilitación pre-adopción serían muy necesarios antes de ponerlos en adopción[8].
– Charlas de formación y concienciación a diversos colectivos parar sensibilizar y difundir el tema, así como formación sobre las enfermedades crónicas caninas más frecuentes (p.ej. Leishmaniosis) y sus tratamientos para desmitificar el concepto de que un animal con ciertas enfermedades crónicas da mucha más faena o tiene peor calidad de vida per se.
– Crear, si es que no se tiene en la entidad, la figura del “consejero de adopción”[9]: personal específico de la protectora o refugio que se dedica exclusivamente a la atención al visitante y a realizar las primeras entrevistas y cuestionarios in situ con los posibles adoptantes. Hay muchos refugios en los que los trabajadores se responsabilizan tanto del cuidado directo de los animales residentes como de la atención al público, gestión administrativa, redes sociales, etc. Creando una figura (de la plantilla profesional de la entidad si la economía lo permite, o bien un grupo de personal voluntario bien organizado y sobre todo, formado) que durante las horas que la protectora está abierta al público pueda atender a las familias, ayudarles durante la visita, asesorarles del perfil específico de perro que necesitan, ver si son unos buenos adoptantes potenciales para algún perro de larga estancia, y que durante las horas en que la protectora siga en funcionamiento pero fuera de la apertura al público, pueda contestar los correos electrónicos, organizar seguimientos y ayudas, coordinar un equipo de voluntariado formado para hacer de soporte a las familias adoptantes de perros invisibles, y focalizarse en la difusión de casos de más necesidad, las tareas del personal del refugio se optimizan. Así es más fácil encontrar familias que, aunque a priori no hayan expresado su interés en adoptar un perro invisible, sean adecuadas para ellos y se las pueda ayudar a decidirse.
[1] Calcerrada, Marta, 2016. Perros invisibles: ¿Por qué no son adoptados fácilmente, y quién los adoptaría?. Tesina de Postgrado en Antrozoología, Universitat Autònoma de Barcelona.
[2] Fatjó, J. et al, 2015. Epidemiology of Dog and Cat Abandonment in Spain (2008- 2013). Animals 2015, 5: 426-441.
[3] Emerson RM. 1976. Social Exchange Theory. Annual Review of Sociology 2: 335 – 362.
[4] Mònica Alòs, 2015. Percepción pública del coste económico de la adopción y su relación con la sostenibilidad de un centro de acogida. Postgrado de Antrozoología, Universidad Autónoma de Barcelona.
[5] Lord, E., et al., 2014. Economic impacts of adoption and fundraising strategies in animal shelters. Preventive Veterinary Medicine, 113, Issue 4: 423 – 429.
[6] Luescher, A. U., Medlock, R. T. 2009. The effects of training and environmental alterations on adoption success of shelter dogs. Applied Animal Behaviour Science, 117 (pp. 63 – 68).
[7] Charmayne Bennet, P., Ilse Rohlf, V. 2007. Owner-companion dog interactions: relationships between demographic variables, potentially problematic behaviours, training engagement and shared activities. Applied Animal Behaviour Science, 102 (pp. 65 – 84).
[8] Mondelli, F., Prato Previde, E., Verga, M., Levi, D., Magistrelli, S., Valsecchi, P. 2004. The Bond That Never Developed: Adoption and Relinquishment of Dogs in a Rescue Shelter. Journal of Applied Animal Welfare Science, 7 (pp. 253 – 266).
[9] Shore, E.R. 2005. Returning a recently adopted companion animal: Adopters’ reasons for and Reactions to the failed adoption experience. Journal of Applied Animal Welfare Science, 8 (pp. 187 – 198).