La tozuda realidad de las peleas de gallos
La ley no consigue erradicar el maltrato ni la cría y lidia ilegal de los gallos de pelea
9/04/2021
9/04/2021
Prohibida en casi todo el territorio español, la pelea, combate o lidia de gallos sigue siendo aquí, sin embargo, una tozuda realidad. Solo está autorizada en Canarias y Andalucía, pero nada impide —al contrario, se fomenta — su cría en otros territorios. Es curioso, como poco, que en Canarias no haya censada ninguna ganadería de gallos de pelea mientras que superan la decena en cuatro regiones donde la lidia no está permitida. Y si nos adentramos en la parte oculta de este imponente ‘iceberg’ que son las peleas de gallos, nos encontramos maltrato, mutilaciones, molestias vecinales, problemas sanitarios y lidias ilegales.
Este viernes abordamos un tema resbaladizo como pocos, las peleas de gallos, de la mano de un colaborador de nuestro blog, Juan Antonio Ferrer, policía local de Alcantarilla (Murcia), y conocedor y estudioso de las vertientes jurídicas y policiales del abandono y el maltrato animal. Acaba de publicar un interesante artículo en el que propone una revisión normativa sobre la problemática social, administrativa y penal que rodea las peleas de gallos en nuestro país, así como la cría y tenencia ilícitas.
En España, cuenta Ferrer en su artículo, la tradición que rodea al mundo de las peleas de gallos pese a ser residual, ya que solo están autorizadas en las comunidades autónomas de Andalucía e Islas Canarias, las peleas de gallos ilegales, así como las molestias vecinales derivadas de la cría, tenencia y comercio, son una realidad en aumento a la que los distintos cuerpos policiales deben enfrentarse en alguna ocasión.
El primer escollo, explica el policía, es que en nuestro país se emplea el gallo de la raza Combatiente Español. Al ser una raza autóctona, no solo está permitida su cría y expansión, si no también protegidas. Así, el censo del Ministerio de Agricultura habla de 47.000 animales y casi 1.600 ganaderías para nutrir una actividad que, teóricamente, apenas existe. Resulta del todo curioso que no haya ganaderos inscritos en este censo en Canarias, uno de los dos territorios donde esta práctica esté permitida por su tradición y ¿cultura? gallera.
A la parte oficial, se debe sumar la producción de las ganaderías no regularizadas, muchas de ellas en entornos urbanos y suburbanos. La cría incontrolada en estos entornos genera, además, importantes problemas de convivencia, y la ausencia de control de la administración puede llegar a suponer enfermedades y zoonosis. Por si fuera poco, profundiza Ferrer en su trabajo, la cría, tenencia, comercio y lidia ilegal de estos animales suele darse en zonas deprimidas o en riesgo de exclusión social, “lo que nexa estas prácticas a otras conductas predelictivas o delictivas como son el “menudeo” o tráfico de drogas, apuestas ilegales, crimen organizado, y otras conductas violentas”.