LOGRANDO LA FELICIDAD de los perros en un contexto humano
13/01/2023
13/01/2023
En España hay unos 9,3 millones de perros censados. Solamente en Madrid hay 28.315 (datos del Ayuntamiento de 2021), además, cada vez es más frecuente tener más de un perro en la familia. Nuestras vidas en la ciudad son muy “caóticas”: vamos corriendo a todas partes, trabajamos mucho y tenemos poco tiempo, así que pensamos que si nuestro amigo tiene un compañero estará mejor… ¿o no?
Llegados a este punto, nos preguntamos: ¿Son realmente felices nuestros perros en un contexto, que al fin y al cabo está pensado para los humanos?
Es sabido que para que nuestro perro esté bien, tiene que tener cubiertas sus necesidades de alimentación y veterinarias. ¿Eso es suficiente para que sea feliz? En este artículo comentaremos algunas pautas para poder conseguir su felicidad.
Que el perro no tire de la correa no significa que vaya pegado a nuestro lado, para que el paseo sea agradable para ambos debemos llevar una correa de al menos dos metros de largo para no invadir la distancia individual del perro (podemos llevar una correa de1,80 en entornos con mucha cantidad de población, para que nos sea más fácil manejarnos con ella).
Si la correa es demasiado corta se sentirá incómodo e intentará tener más espacio, lo que provocará que tire más de la correa, cuando el perro tira de la correa nosotros tiramos más y provocamos un reflejo de oposición que hace que nuestro perro tire todavía más; llegados a este punto, normalmente, la solución que se nos ocurre, por desconocimiento, es utilizar una correa más corta todavía, convirtiéndose el paseo en un estrés continuo para los dos
Arnés o collar, cual es el utensilio de paseo adecuado.
Aparte de la correa, que le ponemos al perro ¿arnés o collar?
Si elegimos collar, tiene que ser un collar ancho y cómodo, y preferiblemente con hebilla, ya que los sistemas de clic son menos seguros ya que es más fácil que se deteriore el cierre sin que nos demos cuenta, en la hebilla podemos observar mejor cuando se está deteriorando). Si elegimos arnés, tiene que ser uno en forma de “Y” (así nos aseguramos que todas las articulaciones del perro quedan libres a los movimientos, evitando futuras lesiones).
Particularmente, yo prefiero un arnés en forma de Y, con argolla en el pecho y en la espalda, así, mientras el perro aprende a no tirar de la correa podemos llevarle de la argolla del pecho, y cuando ya no tira, le podemos llevar con la argolla de la espalda.
Acudir a la llamada también es fundamental, por lo que realizar un buen trabajo sobre este aspecto va a aportar calidad de vida a nuestro compañero y a nosotros mismos, mejorando nuestra convivencia.
Un perro que no es libre en ningún momento, no es feliz. Eso no consiste en soltarle en el “pipican” (lugares vallados destinados a la suelta de los perros) y dejarle ahí un rato. Las sueltas de los perros tienen que ser de calidad para ellos. Los “pipican” son sitios pequeños donde normalmente hay muchos perros, hay a perros que les gusta estar rodeados de sus congéneres y otros que se estresan con tantos perros en tan poco espacio. Además, no tienen por qué ser “amigos” todos los perros con los que se encuentren (a mí no me caen bien todas las personas ¿por qué a mi perro le van a caer bien todos los perros?
Las sueltas de los perros tienen que ser de calidad, y esto solo se puede cubrir si tienen un espacio diario para correr, olfatear, relacionarse con otros perros si quieren, relacionarse con nosotros y explorar su entorno.
Si nuestro perro permanece en un sitio cuando se lo decimos, le llevaremos con nosotros a más lugares. El perro tiene que aprender a permanecer relajado, incluso nos podemos llevar una mantita para que se tumbe allí, si así está mejor o si este elemento lo asocia a un momento de calma y descanso.
Esto no quiere decir que nos llevemos al perro a cualquier lugar (no tiene mucho sentido llevarnos al perro al cine ¿qué hace allí dos horas a oscuras con el Dolby Atmos escuchando hasta 128 sonidos simultáneamente? Para eso está mejor en casa). Tampoco su única actividad puede ser ir de terraza en terraza. Si vamos a llevarnos a nuestro perro es imprescindible que antes tenga cubierta su necesidad de pasear.
Una opción son los “pipican” para los perros que estén felices allí. No tenemos que olvidarnos de que nosotros vamos con el perro, no es soltarle, que corra y se “desfogue”; tenemos que ver si el perro está a gusto, si se agobia o agobia a otro perro que esté dentro…, en definitiva, tenemos que estar pendientes de cómo está nuestro perro. Otra opción que tenemos es soltarles en los parques en los tramos horarios permitidos para ello, y siempre que tengamos tiempo, tenemos la posibilidad de desplazarnos a entornos verdes cercanos donde pasear con el perro (aunque sea un día libre del fin de semana)
“Mi perro ya corre y está suelto el suficiente tiempo”. Claro que en un terreno o finca está suelto y puede correr, pero ¿es de calidad?, ¿dónde quedan las relaciones sociales y la capacidad de explorar nuevos entornos? Aunque el perro tenga “terreno” tiene que salir a pasear para poder ser feliz, por mucho terreno que tenga, si no tiene la oportunidad de salir estará viviendo en una “cárcel”, que puede ser muy grande, pero al fin y al cabo sigue siendo una “cárcel”.
Flora y Jutta disfrutando de un paseo con su tutora
Hay que hacer una buena adaptación al entorno en el que vive el perro: relacionarse (imprescindible, el perro es un animal social, necesita relacionarse para ser feliz), exposición controlada a los elementos con los que se va a encontrar y a situaciones “inesperadas”.
Relacionarse con sus congéneres no es meter al perro en un lugar abarrotado de perros para que se conozcan y se “apañen entre ellos”, importa la cantidad, el tamaño y el comportamiento de los perros con los que le queramos relacionar. Si hay muchos perros a lo mejor se agobia. Si hay mucha diferencia de tamaño se pueden hacer daño al jugar, eso no quiere decir que no le dejemos estar con perros más grandes, si no que tienen que ser acercamientos más calmados, que sean experiencias positivas para el perro. Si el comportamiento de otros perros es muy invasivo, puede que no sea la mejor experiencia y aprendizaje para que nuestro perro socialice. Esto mismo ocurre con las personas, no es buena idea meter al perro en un sitio abarrotado de gente, ni que le esté tocando todo el mundo sin control, ya que puede sobrepasar su capacidad de adaptación.
Todo esto tiene que hacerse paso a paso, de manera progresiva y sin “sobrepasar” los límites propios de tu perro. Además, el perro tiene que sentir en todo momento, que nosotros le estamos apoyando y que le ayudaremos a superar la situación en el caso de que sea necesario. Esto no quiere decir que no le dejemos enfrentarse a nada (no podemos coger al perro en brazos cada vez que se acerque otro perro, una persona, que oiga un ruido…, debemos protegerle en situaciones de peligro real), debemos dejar al perro que aprenda a gestionar situaciones que pueda solucionar sin sobrepasar su umbral.
Igual de importante es saber habituar a nuestro compañero a los distintos entornos y contextos en los que se va a tener que desenvolver. Debemos exponer al perro a situaciones reales que se va a encontrar, ¡de manera gradual y controlada!, no podemos llevar al perro nada más llegar a nuestra familia a que se exponga a otros perros, gente, coches, ruidos… cada cosa a su tiempo y de manera progresiva. Si sobreestimulamos a nuestro perro podemos causarle estrés y problemas de comportamiento. No podemos tener un calendario con cada día de la semana marcado para exponer al perro a algo, ¿cuándo le dejamos ser perro entonces? Tiene que tener sus “momentos” para descansar, pasear, explorar, olfatear…, para poder dejar al organismo que se recupere antes de volver a presentarle algo nuevo.
Como no tenemos control de todo lo que sucede en el exterior, y lo que sucede en el exterior de un entorno urbano son muchas cosas, tenemos que dar recursos a nuestro perro para solucionar situaciones inesperadas. Una buena gestión del estrés es fundamental para la vida urbana, el perro tiene que poder solucionar lo que va a encontrar en su día a día de manera correcta, si no lo hacemos tendrá problemas de estrés y no será feliz. ¿Y cómo lo hacemos?
Jutte en el parque del Retiro de Madrid
Y por último, pero no por ello menos importante, el afecto. El perro se tiene que sentir querido por la familia, es un miembro más y tiene que tener su papel dentro de esta. Tenemos que jugar con nuestro perro, relacionarnos a través del cariño, hacer cosas juntos, estar dispuestos a aprender y a buscar asesoramiento profesional si se necesita, y tiene que saber que nosotros estamos ahí para las buenas y para las malas.
Todo lo expuesto hay que adecuarlo a nuestro perro, no todos son iguales, los hay más tímidos, más “brutotes” , a algunos les gusta más que les acaricien y a otros menos… En definitiva, cada uno tiene su propia “perrunalidad” y tenemos que adaptarnos a ella.
Frida y Liberto
Jutte disfruta con su familia de una terraza
The Bharcs blog. Lives of streties. Enlace aqui.
El estrés en las mascotas. Centre veterinari del barrillati. Enlace aqui.
El juego es poderoso. Guía práctica del juego entre humanos y perros. Patricia B. McConnell, Karen B. London. Editorial Dogalia. Enlace Aquí.
Perros sueltos y libres. Una guía de campo para dar a tu perro la mejor vida posible, Marc Bekoff y Jessica Pierce. Editorial Dogalia