¿Cómo tienen que ser las IAC para ser respetuosas?
12/06/2020
12/06/2020
Cuando realizamos, como profesionales sanitarios o educativos, una intervención terapéutica para personas con una patología o desorden que afecta a su desarrollo y/o autonomía a cualquier edad, acompañados de un caballo, tenemos la responsabilidad de que ésta reúna las condiciones de calidad y seguridad que los pacientes deben recibir y que los caballos se merecen.
Entendiendo que la necesidad de profesionales con formación universitaria y especialización en IACdividida por áreas profesionales (Fisioterapia, Terapia Ocupacional, Psicología, Maestros y profesionales del Ámbito Social) no deja lugar a discusión, es fundamental también, que los profesionales tengan una formación básica en etología, manejo y educación del caballo, puesto que nuestras intervenciones se apoyan en el y su entorno y que el equipo de trabajo cuente con la colaboración de un Técnico en equitación sensible y formado en el ámbito de la diversidad funcional.
Al mismo tiempo, no podemos considerar al caballo una herramienta, un autómata, esta visión tan pobre, junto con el desconocimiento y una cultura obsoleta del caballo convierte en muchas ocasiones una intervención terapéutica en una práctica de riesgo. Los terapeutas necesitamos conocer cuestiones tan básicas como las necesidades de espacio, movimiento, alimentación, compañía y descanso del caballo y sus aptitudes para la comunicación, aprendizaje y cooperación, para poder evitar la realidad dominante en la actualidad de este tipo de intervenciones.
A menudo nos encontramos con personas sin el conocimiento adecuado, ni en el ámbito de la persona ni en el del caballo, utilizando caballos muy mayores o descartados de otras disciplinas, con lesiones o dolor propias de su edad o su actividad anterior. Ofreciendo unas pésimas condiciones de vida y manejo a estos caballos, provocando el deterioro de su salud.
Debemos ser conscientes de que nuestra terapia depende de un caballo sano, física, mental y emocionalmente.
Un caballo sano, con un manejo adecuado y una preparación especifica para el tipo de terapias en las que interviene, es un animal, atento y participativo, que se moverá adecuadamente y podrá transmitir el movimiento necesario para el paciente, es un animal que colaborará de forma tranquila y cooperativa en las actividades terapéuticas.
Para que esto pueda ser así, además de hacer una selección cuidada del caballo y ofrecerle un aprendizaje y entrenamiento respetuoso y acorde a su trabajo dentro del equipo de terapia, sus condiciones de vida y “laborales” también deben ser adecuadas.
Debemos estar dispuestos a ofrecerle a diario espacios para su movimiento libre y compañía de otros caballos, libre disposición de heno y agua, debemos dedicarle tiempo a su educación específica y a la desensibilización respecto a los materiales y actividades que utilizaremos durante las sesiones, para quesean conocidas por el animal, pueda anticiparlas y este tranquilo y seguro durante las sesiones.
En muchos casos se están empleando animales domados con técnicas de inundación o indefensión aprendida, siendo animales apáticos y sin ningún tipo de interacción sana con el ser humano, lo que genera graves problemas de bienestar en los animales. Debemos descartar de las terapias animales apáticos, con agresividad, estereotipias o ansiedad, pues además de ser síntomas de malestar pueden dar lugar a problemas de seguridad durante las sesiones.
Tenemos que valorar cuidadosamente los materiales que utilizamos con el caballo durante las sesiones, para ofrecer la protección y el confort necesarios, sin generarle bloqueo en su movimiento o presiones excesivas. Los materiales sobre los cuales monten los pacientes deben de estar adaptados a cada caballo y diseñados para proteger la columna vertebral del equino evitando presiones tanto en el brazo del caballo como en su zona lumbar, facilitando el equilibrio del jinete, y favoreciendo la comodidad de ambos.
Los caballos de terapia deben ser animales tranquilos y con una relación positiva hacía las personas, no siendo en ningún caso animales que tengan reacciones defensivas de huida. Es por ello, que, con una buena base de educación equina, el uso de la embocadura no debería ser necesario en la gran mayoría de las sesiones de terapia. En el caso de ser empleada debería siempre ser manejada por personas con experiencia y conocimiento de su uso y repercusiones en el bienestar del equino.
Debemos tener en cuenta que peso subimos en su dorso y donde está colocado este peso. El caballo no debe llevar sobre su dorso durante la monta más del 20% de su peso corporal y este debe ir colocado en la mitad anterior del dorso evitando en todo momento colocar peso en la zona lumbar del equino, pues esta es la zona más débil de su columna, y sin un correcto entrenamiento y musculación puede dar lugar a serios problemas de dolor en el caballo.
La zona lumbar del equino funciona como un puente que conecta el tercio anterior y posterior, el cual, sin una correcta musculatura abdominal, entre otras cosas, que sujete la masa visceral del caballo puede estar sometido a una presión que genere una extensión vertebral excesiva, provocando patologías vertebrales y alterando así la impulsión en el paso del caballo y su transmisión al paciente, tan necesaria para las terapias físicas.
Por tanto, deberíamos evitar prácticas como la monta gemela si no puede cumplir estos criterios tanto de salud como calidad del movimiento y seguridad en la terapia.
En la gran mayoría de intervenciones realizadas en monta gemela se incumplen los criterios de seguridad en la terapia, de indicación de la terapia y de bienestar del caballo. En muchas ocasiones se usa esta práctica con pacientes que por su condición física o cognitiva no se mantienen solos sentados sobre el caballo parado con buen control cefálico y/o mínima conexión con el medio, para ser conscientes de la altura y posición en la que se encuentran.
Si consideramos que no podemos controlar a un paciente desde el pie a tierra, bien por la suma peso y postura del paciente o bien porque puede caerse/tirarse del caballo, olvidemos la falsa idea de que subidos los dos podemos facilitar una mejor postura o sujetar al paciente.
Ejemplo de monta gemela donde el terapeuta se sitúa fuera de la zona de monta.
La zona de “monta” del caballo debe limitarse por la escapula en la zona anterior y por las vértebras lumbares en la posterior, no ejerciéndose presión sobre ninguna de las dos, protegiendo a su vez toda la zona ósea de la columna vertebral.
Sin embargo, durante la monta gemela, estamos generando una situación de riesgo para el paciente, para nosotros como terapeutas y para el caballo poniendo en riesgo su salud física. En la mayoría de las intervenciones en monta gemela con mayores de 8 años, el terapeuta va sentado fuera de la zona de monta del caballo.
Por ultimo, además, se supera el peso máximo que el caballo puede soportar estructuralmente y llevamos al caballo a una situación de desequilibrio postural sobre la que no puede desarrollar el movimiento adecuado para transmitírselo al paciente, por tanto, ¿qué tipo de terapia estamos haciendo en estas situaciones?, ¿un caballo que no se mueve bien puede transmitir un buen movimiento?, ¿a que daños estamos exponiendo a los caballos y que lesiones les estamos provocando?, ¿tiene sentido poner en riesgo tanto a pacientes como a terapeutas con este tipo de prácticas?
Este debería ser el marco de condiciones y cuidados generales para cualquier IAC, si además tenemos en cuenta que la Hipoterapia, especialidad en terapias ecuestres dirigida a personas con trastornos Neuro-motores, se basa en la transmisión de impulsos rítmicos y de un patrón de locomoción equivalente a la marcha humana.
Es bastante obvio que necesitamos un caballo sano, fuerte muscularmente y bien entrenado que genere la impulsión y movimiento adecuado, porque de el, depende la buena transmisión de este al paciente.
En muchos casos, se piensa que los caballos mayores o con leves cojeras pueden cumplir la función terapéutica, sin embargo, es imposible cumplir esa función con caballos que no presentan una buena biomecánica debido a patologías previas que provoquen dolor (caballos con cojeras, artrosis, atrofias musculares, invertidos, etc.).
Ejemplo de atrofia muscular severa del dorso de un equino.
Los caballos en terapia, a pesar de ir al paso en la mayoría de las sesiones, deben tener un entrenamiento específico para ello fuera de las sesiones, integrando un amplio abanico de ejercicios, como puede ser el trabajo pie a tierra entre otros.
En estas situaciones donde están contraindicadas las IAC por alguno de los motivos citados anteriormente o por contraindicación médica derivada de las características de la patología del paciente, deberíamos plantarnos hacer un hueco a las Intervenciones Asistidas con Caballos pie a tierra, de gran valor terapéutico, donde guiadas por el terapeuta se pueden trabajar áreas del desarrollo como la motricidad fina y gruesa, el equilibrio, la coordinación, la puesta en carga, la modulación sensorial, la comunicación y lenguaje, así como la autonomía y la autoestima.
Debemos tener especial cuidado con nuestra comunicación con el caballo, desde lo más sutil en sus gestos es importante para estar conectados durante la sesión. Busquemos el movimiento, el cambio de ritmo y la parada desde nuestro movimiento corporal valiéndonos de la capacidad para la sincronía del caballo, prescindiendo de embocaduras excesivas, tirones del ramal o riendas, debemos respetar el libre movimiento de su cabeza y cuello si queremos un caballo tranquilo que se mueva adecuadamente.
Por último, si queremos un caballo activo, motivado, concentrado durante las sesiones, que nos responda y nos siga en nuestras peticiones, démosle descanso, después de las sesiones para que pueda volver a tomar contacto con su naturaleza y poder ser un animal estable emocionalmente y sano físicamente y no hagamos tandas de sesión tras sesión, démosle descanso entre sesiones, para que pueda revolcarse y estirarse, beber agua, refrescarse a la sombra o picotear algo de hierba, sabiendo además que para poder cumplir con sus necesidades básicas, debe trabajar en un máximo de 4 sesiones de una 1 hora al día.
Debemos cambiar el paradigma en el que se encuentran actualmente las IAC, dándole en lugar que se merecen dentro del proceso de Aprendizaje y Neurorehabilitación, nuestro camino debe hacerse sobre:
Podemos engañarnos y dejarnos eclipsar por la presencia mágica del caballo, haciendo ver que en si mismo es terapeuta por su sola existencia, esto no es así y solo perjudica el reconocimiento de las IAC, abre la mano al intrusismo profesional y a fomentar más si cabe el “todo vale” para el caballo en pro del beneficio para el humano que además en la mayoría de la ocasiones se traduce en una falta de ética profesional al estar ofreciendo una terapia que no cumple con los requisitos para serlo.
No olvidemos que nuestro conocimiento y lo que nosotros ofrezcamos al caballo, será lo que el nos aportará durante la terapia y de ello dependerá que la terapia cumpla los estándares de calidad y honestidad para con los pacientes y de respeto y bienestar para los caballos.
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Por:
Teresa Gamonal Cembrano
Veterinaria. Especializada en Etología Clínica
Directora de Eduquina
Carolina Ortiz Tejedor
Fisioterapeuta. Experta en Neurorehabilitación.
Especialista en Intervenciones Asistidas con Caballos.