‘Huellas de Colores’ se transforma para generar emoción sin contacto físico
Porque la necesidad de soporte emocional de los niños hospitalizados ni desaparece ni disminuye por la pandemia, ‘Huellas de Colores’, el primer programa de terapia con perros que ha abierto las puertas de una UCI Pediátrica (las del hospital 12 de Octubre de Madrid), ha transformado sus sesiones para seguir prestando apoyo aunque sin visitas presenciales, ahora restringidas por protocolo Covid.
Además del reto tecnológico, el proceso de digitalización de ‘Huellas de Colores’ ha supuesto la renuncia (no deseada pero inevitable) a los beneficios fisiológicos que el contacto con el perro produce en los niños, calmando el dolor —hasta tres puntos según las escalas habituales de medición de esta variable—, el miedo y la ansiedad, como la investigación asociada al programa ha podido contrastar.
El beneficio psicológico que la interacción con el perro aporta al niño, sin embargo, sigue muy presente en la versión digital de ‘Huellas de Colores’, tal y como han podido comprobar los expertos de la asociación terapéutica PsicoAnimal desde el pasado mes de diciembre, cuando el programa se ha vuelto a poner en marcha, ahora como una experiencia de acompañamiento terapéutico capaz de generar sentimientos positivos y aliviar el estrés que habitualmente sienten los niños durante su estancia en el hospital.
PsicoAnimal y la Cátedra Animales y Sociedad han creado un protocolo informativo y formativo destinado a las familias para preparar las sesiones tanto en los aspectos técnicos como de contenido, con el objetivo de que los acompañantes colaboren preparando al menor antes del encuentro virtual y se impliquen durante su desarrollo.
La implicación del personal del hospital sigue siendo imprescindible, como siempre. Son ellos, encabezados por la doctora Baro, los que seleccionan a los menores y aportan la información necesaria sobre su personalidad y necesidades para que el equipo sociosanitario puedan preparar una sesión prácticamente personalizada.
‘Huellas de Colores’ en su modalidad online intenta compensar la falta de contacto físico con la participación de dos perros por sesión, materiales más atractivos y el diseño de juegos en los que pantalla parece desaparecer. Aunque conseguir la atención del niño a través del teléfono móvil o la tablet es más difícil sin la presencia del perro, es cierto que el tiempo de pandemia les ha acostumbrado a comunicarse con familiares y amigos e, incluso, a dar clase, por videollamada.
“Los niños aceptan bien esta propuesta, hasta el punto de que acarician la pantalla o ponen la mejilla cuando el perro da muestras de afecto”, explica Rocío Fernández Andrade, investigadora del proyecto, vicepresidenta de Psicoanimal y guía y tutora de Alma, Zenit y Dogui, los tres perros de intervención que se alternan en el programa, y a los que ha habido que acostumbrar a trabajar a través de una pantalla.
Los datos que está generando esta nueva etapa de ‘Huellas de Colores’ serán también objeto de estudio e investigación por parte de la Cátedra Animales y Sociedad, que sigue implicada en la financiación del programa.