La empatía entra (por fin) en las aulas
La nueva ley de educación introduce la empatía hacia los animales en el currículum académico
26/02/2021
La nueva ley de educación introduce la empatía hacia los animales en el currículum académico
26/02/2021
Era una petición largamente demandada por asociaciones y profesionales tanto del mundo de la educación como de la defensa de los animales, y, sin duda, una urgencia para la sociedad. La empatía hacia las personas y los seres vivos no humanos deja de ser un contenido extraescolar ─en el mejor de los casos─ y entra por derecho propio en el currículum académico de las etapas educativas de Infantil, Primaria y Secundaria gracias a la nueva ley que modifica la Ley Orgánica de Educación. En el siguiente artículo, nos ofrece sus reflexiones sobre este importante paso Marta Gómez Gómez, formadora de profesores en la Universidad Rey Juan Carlos y miembro de la Cátedra de Investigación Animales y Sociedad
La Asociación de Profesionales para la Defensa Animal (PRODA) junto a la Asociación Parlamentaria en Defensa de los Derechos de los Animales (APDDA) propusieron a los grupos del Congreso una serie de enmiendas (PRODA, s.f.) cuyo objetivo era incluir la empatía hacia los animales en la nueva Ley Orgánica por la que se modifica la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE, 2020). Entre otras ideas, se resalta la importancia de educar en valores, como la empatía, no sólo hacia las personas si no también hacia cualquier otro ser vivo no humano. Todo ello para ayudar a desarrollar mejores personas y poder así planificar estrategias de prevención frente al acoso, el bullying escolar o cualquier otra situación de discriminación y violencia. Algo que parece simple y obvio, por fin, se ha convertido en uno de los objetivos de las etapas educativas de Infantil, Primaria y Secundaria Obligatoria (desde los 3 a los 16 años), aunque todavía queda el reto de conseguir regularizarlo en Bachillerato y Formación Profesional.
Algunas consideraciones concretas son:
Esta mención específica a la empatía hacia los animales es un gran paso para regularizar curricularmente este objetivo y poder planificar acciones e intervenciones en este sentido desde todas las etapas educativas.
Esto cobra sentido, porque, en anteriores leyes educativas, ya se contemplaba que el objetivo fundamental de la Educación es el pleno desarrollo de la personalidad del niño. Por eso es lógico ayudarle a desarrollar todas y cada una de sus capacidades para que pueda vivir plenamente en sociedad. En ese proceso de educación integral de todas sus áreas de desarrollo, la dimensión moral y ética cumple un papel esencial en su formación. Y es en este contexto donde la educación en valores (y el desarrollo de la empatía hacia lo y los que le rodea) cobra sentido.
Los valores forman parte de los ejes transversales de la Educación y, aunque no se impartan en una asignatura, curso y etapa concreta, están (o deberían estar) presentes en cada tarea educativa que planifiquemos.
Al transcender los cursos y las asignaturas también tenemos que ampliar su ámbito de acción. De esta manera, la educación en valores se debe trabajar tanto en el ámbito de la Educación formal, no formal e informal. Es decir, Escuela, Sociedad y Familias debemos trabajar en red con un objetivo único, que es que nuestros niños y adolescentes sean más empáticos hacia lo que les rodea, en concreto, hacia los seres vivos, ya sean humanos o no humanos. De entre todos los ámbitos de la educación, es en la familia donde comienzan a vivirse y desarrollarse ciertos valores, tal y como muestra la siguiente imagen:
https://www.cuantarazon.com/1068593/transmitiendo-valores a través de @cuantarazon
Además, Vaquer (noviembre de 2020) nos recuerda que la ciencia ha descubierto que la empatía nos permite desarrollar actitudes de compasión y ayuda al prójimo. Para ella, si aumentara el número de personas compasivas y con valores sociales conseguiríamos vivir en una sociedad con ciudadanos con altas conductas prosociales. Por lo que parece que queda justificado el hecho de educar en valores como la empatía, la compasión y el respeto, entre otros.
Así mismo, le empatía nos permite desarrollar estrategias como mecanismo para resolver de manera positiva los conflictos en cualquier ámbito educativo, ya sea en casa, en el centro educativo o en la calle (las tres “c”). Por eso es fundamental trabajarlo de manera conectada en todos los contextos. Numerosas investigaciones constatan, por ejemplo, la estrecha relación entre la violencia ejercida contra los animales y la violencia interpersonal y así lo afirma Vaquer (21 de noviembre de 2020).
Por otra parte, la educación en valores, en general, y la empatía hacia todos los seres vivos, en particular, está perfectamente justificada y alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por Naciones Unidas a través de la Agenda 2030. A continuación, se resaltan las tareas a desarrollar en cada uno de los ODS para las que la educación en valores es imprescindible:
ODS 1: Fin de la pobreza; ODS 5: Igualdad de género; ODS 10: Reducción de desigualdades. Desde todas las etapas educativas se debe educar en el respeto por todo tipo de situaciones y personas, ensalzar la igualdad de géneros sin discriminación de ningún tipo, y desarrollar actitudes de ayuda al prójimo. Todos estos objetivos, sin duda, se deben trabajar desde edades tempranas.
ODS 2: Hambre cero. Entre otros objetivos, está contemplado el hecho de lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, promoviendo la agricultura sostenible. Para ello, se propone un acceso seguro y equitativo a las tierras, respeto por ellas, concienciación y valoración del trabajo responsable de agricultores, pescadores, etc.
ODS 3: Salud y Bienestar. Es preciso garantizar una vida sana y saludable, no sólo desde el punto de vista de la salud física o biológica sino también de la salud mental. Por ello, es muy importante conseguir ese bienestar y una convivencia pacífica entre todos respetando todo lo que nos rodea.
ODS 4: Educación y Calidad. Este objetivo no sólo se plantea para garantizar el acceso a la educación a todos los niños del mundo, si no que ésta, además, sea una educación inclusiva de calidad. La formación en valores a los escolares contribuye a que esa educación tenga la calidad humana necesaria para vivir en sociedad.
ODS 6: Agua limpia y saneamiento; ODS 7. Energía asequible y no contaminante; ODS 11. Ciudades y Comunidades sostenibles; ODS 12: Producción y Consumo responsables; ODS: Acción por el Clima, ODS 14: Vida Submarina; ODS 15: Vida de Ecosistemas Terrestres: La educación en valores permite también desarrollar en las personas actitudes de respeto, cuidado y no despilfarro de nuestros bienes más preciados, como el agua, la energía, las especies que habitan en el mar, en la tierra, etc. También se desarrollarán actitudes de rechazo hacia la contaminación de cualquier tipo o degradación medioambiental, favoreciendo así comportamientos de respeto y estilos de vida sostenibles, tanto dentro como fuera del aula.
ODS 8. Trabajo decente y Crecimiento económico. Entre otros objetivos se pretende erradicar el trabajo forzoso, la esclavitud y el tráfico humano, para lo cual es imprescindible educar en valores para desarrollar, desde pequeños, actitudes de empatía y respeto por todas las circunstancias y situaciones de las personas.
ODS 9. Industria, Innovación e Infraestructura. El uso de energía renovable y de industrias sostenibles favorece el respeto por el medio ambiente y todas sus especies. Por ello, es importante concienciar y sensibilizar a toda la población de su importancia.
ODS 16. Paz, Justicia e Instituciones Sólidas. La educación en valores favorece actitudes y comportamientos justos y respetuosos que permitan a las personas huir del conflicto o, resolverlo de manera positiva.
ODS 17. Alianzas para lograr los objetivos. Es fundamental desde todas las instituciones, como los centros educativos de cualquier etapa, que nos centremos primero en las personas y en el planeta, y que trabajemos desde y para la cooperación y la solidaridad.
Objetivos de Desarrollo Sostenible (PNUD, 2021)
Como se ve, para conseguir todos los objetivos marcados por Naciones Unidas es preciso trabajar desde una educación en valores que nos predisponga a desarrollar y vivir con actitudes de respeto, empatía y compromiso con nuestra condición de ser humano respetando todos los seres vivos que habitan la tierra.
Los niños, por su naturaleza pura, su inocencia y su maravillosa libertad viven las diferencias de una manera normalizada y sana. Es por ello por lo que debemos respetar ese momento vital en el que se encuentran y aprovecharlo para educar la sensibilidad y la empatía, no sólo hacia otras personas si no hacia todo lo que le rodea. Pero no solamente tenemos que centrarnos en esas buenas relaciones con los seres vivos (humanos y no humanos) con los que conviven más directamente en su hogar, sino también con los que se encuentran en su entorno.
Dibujo libre de niña de 4 años
Esas relaciones sanas se producen, entre otras cosas, por esa educación en valores que se lleva a cabo desde que están en la etapa infantil. Todo esto tiene su explicación neurocientífica, pues somos seres sociales y, como tales, nuestro cerebro social necesita de la interacción con todo lo que nos rodea para poder aprender y desarrollarnos.
Catuara Solaz (2018) resalta la importancia de las neuronas espejo como las responsables de empatizar con aquello que nos rodea. Estas neuronas fueron descubiertas por el equipo del neurobiólogo Rizzolatti en 1996 y se activan cuando se ejecuta una acción, pero también cuando se observa en otra persona ejecutar esa misma acción o incluso cuando se realiza una representación mental de la misma. El adjetivo “espejo” es precisamente para indicar que estas neuronas reflejan lo que se ve. Por ello, son las responsables de que nos emocionemos cuando estamos ayudando a alguien que lo necesita o que nos pongamos tristes cuando alguien está sufriendo.
Sin duda, educar la inteligencia emocional de nuestros pequeños y ofrecerles experiencias pedagógicas y sociales que les permitan empatizar y conocer sus propias emociones ante la naturaleza y ante o que les rodea, es una tarea esencial en el proceso educativo. Por ello, se plantea transmitir desde las primeras edades la necesidad de conexión y de vínculo emocional con la naturaleza y con otras formas de vida, o lo que se conoce como biofilia (López, 2017).
Vera cuidando a Tyron
En definitiva, tenemos ante nosotros un reto importante que es educar en la empatía para vivir en una sociedad no violenta y en una cultura de paz. Esto nos permite a todos, en especial, a los más pequeños, comportarnos con actitudes prosociales que propicien una convivencia responsable y sana.
En la Educación Superior y, más concretamente, desde el ámbito de la formación del profesorado también tenemos el reto y el compromiso de trabajar de manera transversal ciertos contenidos relacionados con la educación en valores y ciertas actitudes y habilidades como la empatía, la resolución positiva de conflictos, el respeto por los que piensan y son diferentes a nosotros, etc. Por ello, se recomienda una revisión de los planes de estudios de los Grados de Educación Infantil y Primaria y Máster de formación del profesorado en Educación Secundaria, Bachillerato, Formación Profesional e Idiomas para adaptarlos a las nuevas necesidades y preocupaciones de la sociedad de hoy, así como a los avances y nuevas propuestas de las leyes educativas.
Planificar todos los elementos curriculares (objetivos, contenidos, metodología, actividades, recursos, etc.,) pensando en los valores que queremos trabajar y desarrollar con estos estudiantes es un paso esencial en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Como futuros maestros también deben conocer mecanismos y recursos para trabajar con los niños ciertos valores que, como indican Aparicio Gervás y Cano Herrera (2018), les ayuden a construir la identidad de un buen ciudadano. En este sentido, el cuento, el dibujo, la expresión corporal, el teatro, entre otros, permiten desarrollar y aprender actitudes positivas ante lo que nos rodea. Así mismo, el diseño de recursos y materiales pedagógicos para trabajar en el aula deben ser respetuosos con todos los seres vivos y el entorno.
En cuanto a las maneras de enseñar y aprender, hoy en día resaltamos algunas metodologías activas e innovadoras que implican al estudiante y le conectan con la sociedad y la comunidad en la que vive. Por ejemplo, a través del aprendizaje cooperativo y colaborativo el estudiante desarrolla habilidades sociales de trabajo en equipo. Por otro lado, otras metodologías más experienciales como el Aprendizaje-Servicio Solidario (ApS) permiten transferir conocimientos y competencias a una situación real de necesidad siendo solidarios y vinculando el ámbito académico-curricular con el ámbito social. Una experiencia en este ámbito es la de Máximo-Bocanegra, Gómez-Gómez, Arredondo-Provecho y Pérez-Fernández (2018) en la que estudiantes de los Grados de Educación Infantil y Primaria participan en un ApS para formar en valores a escolares de Infantil a través del conocimiento y respeto a los animales como hilo conductor.
Sin duda, desde todos los ámbitos y etapas educativas se hace imprescindible educar en valores, no importa la edad, ni el contexto, no importa, ni si quiera, si gustan o no los animales. Lo que verdaderamente importa es construir un mundo en el que las personas mostremos respeto y cuidado con lo que nos rodea. Este trabajo en red nos lleva a crear una cultura universal de la empatía que es lo que nos va a ayudar a mejorar nuestra calidad de vida.