El dolor del océano
11/3/2022
11/3/2022
Por:
«La pregunta no es ¿pueden razonar?, ni ¿pueden hablar?, sino ¿pueden sufrir?»
Jeremy Bentham, Principles of morals and legislation.
Es un hecho incontestable que a las especies marinas no mamíferas les reservamos un trato mucho más despiadado en el campo del bienestar animal que a otras, y más si se trata de especies destinadas al consumo.
Los estudios para entender su comportamiento, y todo lo que ello implica, como la interacción con su entorno, no son tan abundantes como entre otras especies terrestres y marinas y suponen una colosal “patata caliente” entre los organismos oficiales que trabajan para la protección y el bienestar animal, que en la mayoría de las ocasiones, optan por dejarlos fuera para evitarse quebraderos de cabeza.
Pero empecemos por el principio: según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), el bienestar animal se entiende como:
«el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere».[1]
Foto de Valeriia Miller en Pexels
Sin embargo, esta designación solo incluye a animales terrestres, y en lo referido a peces u otras especies marinas tenemos que ir al Código Sanitario para los Animales Acuáticos [1.1], que deja fuera a las especies ornamentales y la actividad de la pesca en su medio natural.
También han quedado fuera, en el todavía Borrador, del Anteproyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los Animales [2], que el Gobierno de España ha aprobado en su consejo de ministros, y si no se modifica prohibirá la venta de animales de compañía en las tiendas de mascotas, con la excepción, de nuevo, de los peces.
¿Cuánto sabemos del sufrimiento, estrés o habilidades cognitivas en los peces destinados a la acuariofilia moderna? Entre los últimos estudios realizados con algunas de las especies presentes en acuarios, los peces limpiadores [3] han superado la prueba del espejo, lo cual sugiere, ni más ni menos, que gozan de autoconsciencia. También se ha podido comprobar que otras especies pasan por diversos estados emocionales, incluyendo la depresión[4]. Los cíclidos [4.1] tienen personalidades individuales y practican juegos sociales con otros cíclidos. Los guppies [5] establecen lazos sociales y crean vínculos que podríamos interpretar como amistad con otros ejemplares al compartir experiencias en común.
Es importante recordar al lector que, pese a que usamos un concepto tan humano como el de la amistad, no queremos fomentar sesgos que equiparan estos comportamientos a los humanos, cuando precisamente insistimos en la necesidad de ampliar perspectivas y otorgar validez a las respuestas y conductas de los animales aun cuando no tienen por qué encajar en nuestro constructo.
Pero, afirmar que los peces no sienten dolor por la simpleza de su estructura cerebral tal como se ha sugerido en ocasiones, es un claro ejemplo de antropomorfizar la forma en la que el resto de animales con los que compartimos planeta experimentan su realidad.
Citando una ingeniosa analogía del estudio “¿Sienten dolor los peces?”[6] llevado a cabo por Kenneth Williford y colaboradores, de la Universidad de Texas en Arlington:
«sería como concluir que es imposible que sepan nadar porque no tienen piernas y brazos como nosotros».
Foto de Harrison Haines en Pexels
Existen numerosas pruebas que evidencian que los peces, al igual que el resto de los vertebrados, tienen una percepción lo suficientemente compleja como para sentir dolor y sufrimiento. Dicho esto, resulta confuso que no exista una aplicación unánime y taxativa que regule cómo manejar a dichas especies destinadas a nuestro consumo en el proceso de su sacrificio en alta mar, donde la mayoría muere por asfixia de forma cruel y prolongada. O por aplastamiento en la práctica de pesca de arrastre, que tampoco se antoja una forma muy agradable de morir.
Las causas, probablemente, sean múltiples, pero sin duda una de ellas es la evidencia, bien documentada [7], de que las inversiones en investigación y conservación también se ven afectadas por el grado de carisma y simpatía que provocan algunas especies animales sobre otras. Las explotaciones ganaderas o las granjas peleteras despiertan más activismo que toda la industria pesquera.
Hay que remontarse a un año tan reciente como 2018 para que una organización animalista, Essere Animali [8], realizara una investigación en la industria de la acuicultura y piscifactorías para documentar y denunciar las prácticas de crueldad animal que se infligen a lubinas, doradas y truchas destinadas al consumo humano en el norte de Italia.
Afortunadamente, también es necesario señalar que la Comisión Europea empieza a mostrar cierta comprensión sobre la necesidad de analizar y legislar ante los métodos admitidos en piscifactorías continentales y así lo refleja en un informe[9], también de 2018, para introducir determinados requisitos para proteger a los peces durante su sacrificio.
Además de los peces, otros animales como los moluscos cefalópodos, con los pulpos a la cabeza de su grupo, han despertado el interés de los neurocientíficos en cuanto a cómo experimentan el concepto de dolor.
En el 2021, la neurobióloga Roby Crook y su equipo, de la Universidad Estatal de San Francisco, pudieron evidenciar que los pulpos no solo experimentan dolor físico ante una agresión, sino también emocional [10], que se ha considerado durante mucho tiempo una sensación ligada a la presencia de neocórtex, y por lo tanto solo aplicable a mamíferos, especialmente primates y humanos.
Foto de Maël BALLAND en Pexels
Estos fascinantes habitantes del mar y protagonistas de algunos de los platos regionales más reconocidos, son los invertebrados más complejos neurológicamente hablando, rivalizando, y superando incluso, a muchos de los vertebrados que tenemos por inteligentes.
Sabemos que utilizan herramientas, que socialmente crean asociaciones interespecíficas de cooperación con algunos peces, y en un estudio publicado en la revista iScience [11], incluso se apunta a que estos moluscos de tres corazones experimentan algo similar a soñar durante su descanso. Esto guarda poca relación con el tema principal de este artículo, pero nos recuerda cuánto nos queda por conocer en el campo de la etología animal.
Durante el 2021, otro estudio reveló que las sepias pueden superar el test de la golosina [12], también conocido como experimento del malvavisco, del psicólogo Walter Mischel. Este test, aparentemente sencillo, y diseñado para niños, consiste en convencer al sujeto del mismo de que si retrasa el consumo de una golosina, recibirá dos o una gratificación aún mayor.
Córvidos, perros y primates ya la habían superado anteriormente, pero fue todo un hallazgo constatar que las sepias comunes, también se abstenían de comer carne de cangrejo por la mañana al aprender y entender que si retrasaban el impulso, a la hora de la cena les tocaba ración doble de su plato preferido: camarones. Los investigadores no quedaron del todo conformes con los resultados y diseñaron otra prueba complementaria, con compuertas transparentes y señales donde las sepias podían ver lo que les esperaba al otro lado si esperaban un tiempo limitado, o por el contrario carecían de todo autocontrol y preferían abrir la compuerta que les daba una recompensa menos de su gusto pero inmediata. Todas las sepias participantes en el estudio optaron por esperar a la apertura de la compuerta de su golosina preferida.
A la espera de obtener respuestas y entender mejor las motivaciones del comportamiento de algunos animales que aún nos resulta un desafío, se puede aplicar el concepto de Umwelt, de Jacob von Uexküll, biólogo y filósofo alemán, para evaluar la riqueza sensorial en todos los animales y cuyo contenido se resume en «no hay un mundo real sino tantos mundos como especies» [13]
Moluscos bivalvos como mejillones, almejas, navajas u ostras también protagonizan la polémica de si son capaces de experimentar lo que definimos como dolor. Poseen un sistema nervioso simple, y los neurobiólogos que estudian las estructuras cerebrales prefieren proceder con cautela en las conclusiones.
Sabemos que reaccionan ante estímulos nocivos que dañan sus tejidos, lo que conocemos como nocicepción [14], y que suele venir acompañado de una retirada inmediata de la fuente de esa agresión, pero esta práctica tiene una obvia ventaja para sobrevivir y esa reacción, sea innata o aprendida a partir de la experiencia, es la que les evita que vuelvan a ponerse en peligro y sufrir lesiones potencialmente mortales, sin que por ello podamos afirmar que experimentan dolor o se trata de un reflejo neuronal [15] ante una amenaza a su organismo.
A estas alturas del artículo, no será sorprendente que si queremos responder a la pregunta de: «¿Y qué pasa con los crustáceos? ¿Sienten dolor los cangrejos, las gambas, los langostinos o las langostas?», la respuesta tenga que volver a ser: no concluyente.
Hay prometedores estudios [16], como el efectuado con el cangrejo de mar común (Carcinus maenas), en el cual los investigadores han observado que su reacción ante estímulos dolorosos no puede interpretarse simplemente como un reflejo neuronal, ya que se observan cambios fisiológicos y un estado similar al estrés al frotarse la zona dañada. Se obtienen resultados muy similares con camarones[17], los cuales también responden acariciando sus zonas dañadas y protegiéndolas contra el costado del tanque de agua.
Ante la duda que genera esta controversia y respondiendo a la tendencia social en aumento que reclama medidas más firmes y preventivas para con el bienestar animal, el Consejo Federal de Suiza fue pionero a la hora de prohibir cocinar a las langostas vivas y a los cangrejos de río echándolos al agua hirviendo, y tampoco se podrán conservar sobre hielo durante su traslado y conservación hasta las cocinas, sino que deberán mantenerse en un entorno acuático, tal como corresponde a su elemento natural.
En el proyecto de ley del parlamento del Reino Unido [18], del 2021 para establecer un Comité de Sintiencia Animal con funciones sobre el bienestar de los mismos, también están incluidos invertebrados como langostas, pulpos o cangrejos, tras una revisión de más de 300 artículos científicos. Aunque dicho proyecto sigue sin estar aprobado, es un gran avance en la legislación para proteger estas especies marinas que hemos ninguneado — legislativamente— con insistencia.
Tras repasar en esta publicación la situación actual sobre el “enconado” debate de si los peces, moluscos y crustáceos tanto de consumo humano como ornamental sienten dolor y merecen más consideración en sus tratamientos y en las actividades humanas de aprovechamiento de los mismos, podemos llegar a tres recapitulaciones:
* Es imperativo que se sigan estudiando, al margen de los intereses económicos en contra, el grado de conciencia en estas especies, para contribuir en nuestra comprensión de su sensibilidad y actuar en consecuencia.
* Debemos avanzar en la forma en la que percibimos la calidad de “sentir”, en este caso el dolor y el sufrimiento, desde una perspectiva humana y reduccionista.
* El mal llamado «debate» que abre prácticamente cualquier artículo al respecto, no es en modo alguno un fiel reflejo del conocimiento y conclusiones de la comunidad científica o por desinterés divulgativo, sino como consecuencia del conflicto por intereses políticos y sociales.
Agradecimiento:
Al doctor en Biología Carlos Cabido, por su gran paciencia y valiosas aportaciones.
[1] Organización Mundial de Sanidad Animal. https://www.oie.int/es/que-hacemos/sanidad-y-bienestar-animal/bienestar-animal
[1.1] Código Acuático de la OIE. https://www.oie.int/es/que-hacemos/normas/codigos-y-manuales/acceso-en-linea-al-codigo-acuatico/
[2] Borrador del anteproyecto de Ley de Protección y Derechos de los Animales https://catedraanimalesysociedad.org/wp-content/uploads/2022/03/DEFINITIVO_Anteproyecto_de_Ley_Proteccion_Derechos_y_Bienestar_de.pdf
[3] Further evidence for the capacity of mirror self-recognition in cleaner fish and the significance of ecologically relevant marks https://journals.plos.org/plosbiology/article?id=10.1371/journal.pbio.3001529
[4.1] Highly Repetitive Object Play in a Cichlid Fish (Tropheus duboisi) https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/eth.12312
[5] The dawn of social bonds: what is the role of shared experiences in non-human animals? https://royalsocietypublishing.org/doi/10.1098/rsbl.2020.0201
[6] DO FISH FEEL PAIN? UTA TEAM SAYS IT’S LIKELY. https://www.uta.edu/news/news-releases/2021/04/26/fish-pain#:~:text=Their%20conclusion%3A%20while%20fish%20lack,don’t%20experience%20painful%20events.
[7] Towards a taxonomically unbiased European Union biodiversity strategy for 2030 https://royalsocietypublishing.org/doi/10.1098/rspb.2020.2166
[8] Essere Animali https://www.essereanimali.org/2018/10/indagine-allevamenti-pesci-italiani/
[9] Informe Comisión Europea https://eur-lex.europa.eu/legal-content/EN/TXT/?uri=COM:2018:087:FIN
[10] Behavioral and neurophysiological evidence suggests affective pain experience in octopus https://www.cell.com/iscience/fulltext/S2589-0042(21)00197-8
[11] Cyclic alternation of quiet and active sleep states in the octopus https://www.cell.com/iscience/fulltext/S2589-0042(21)00191-7
[12] Cuttlefish exert self-control in a delay of gratification task https://royalsocietypublishing.org/doi/10.1098/rspb.2020.3161
[13] Octopus Consciousness: The Role of Perceptual Richness
https://www.mdpi.com/2673-4087/2/3/20
[14] Nociceptive Behavior and Physiology of Molluscs: Animal Welfare Implications. https://www.researchgate.net/publication/51253778_Nociceptive_Behavior_and_Physiology_of_Molluscs_Animal_Welfare_Implications
[15] Distribution of Molecules Related to Neurotransmission in the Nervous System of the Mussel Crenomytilus grayanus. https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnana.2020.00035/full
[16] Discrimination between nociceptive reflexes and more complex responses consistent with pain in crustaceans https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31544604/
[17] Nociception or pain in a decapod crustacean?
https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0003347207004332
[18] Proyecto de ley Bienestar Animal de Reino Unido.