¿POR QUÉ EL CORONAVIRUS TIENE IMPLICACIONES EN EL ABANDONO DE ANIMALES DE COMPAÑÍA?
1/05/2020
1/05/2020
¿POR QUÉ EL CORONAVIRUS TIENE IMPLICACIONES EN EL ABANDONO DE ANIMALES DE COMPAÑÍA?
A diario, desde que empezó el confinamiento en España, nos llegan noticias relacionadas con los efectos que esto tiene en lo que ya de por sí es habitualmente una situación complicada en los refugios que atienden a los animales de compañía abandonados en nuestro país.
Y esto, mezclado con noticias no fundamentadas de transmisión de SARS-coV-2 y animales compañía, que, debido a la distorsión de datos científicos, tal como se explicó en un reciente artículo de este blog ( 1), puede llevar a afectar al bienestar de muchos animales, a causa de un miedo injustificado. Y una de esas consecuencias nefastas podría ser el incremento del número de animales abandonados.
En este artículo se pretenden explicar cuáles pueden ser los efectos de esta “crisis del Coronavirus” en la dinámica ya existente de abandono de animales en España y las posibles causas, puesto que, hoy en día, no se dispone de datos concretos ni completos, sino sólo de los testimonios de algunos refugios de animales.
A nivel mundial, parece que lo que está claro es que SÍ, esta crisis del Coronavirus, no es sólo sanitaria, política y económica, sino que también tiene implicaciones a nivel de bienestar de animales de compañía (entre otros animales, claro está).
Y dependiendo de cada país, según sus políticas y sus relaciones socio-culturales con perros y gatos, nos encontramos con impactos diferentes en este ámbito. Porque hay que tener muy presentes las diferencias culturales entre países en cuanto a lo que se refiere a nuestras relaciones e interacciones con los animales en general.
Así pues, si analizamos la información que nos llegan de China, el primer país afectado por Coronavirus, se nos aparece un amplio espectro de reacciones ( 2). Por un lado, surge la cara positiva, con entidades y vecinos movilizándose para ayudar a aquellos perros y gatos que quedaron solos en muchas viviendas, al ser obligados sus tutores humanos a desalojar sus casas, sin que las autoridades tuvieran en cuenta a sus compañeros no humanos. Pero, por otro lado, ha habido matanzas preventivas ordenadas desde diferentes administraciones Chinas, incremento de abandonos e incluso maltrato y asesinato de perros y gatos, ante el infundado miedo de que los animales de compañía pudieran transmitir el Coronavirus. Todo esto teniendo en cuenta que parece que la tenencia de animales de compañía ha evolucionado recientemente en China y que está principalmente centrado en las ciudades.
Si observamos lo que está ocurriendo en EUA ( 3), parece que las campañas que están llevando a cabo las entidades de protección animal está dando resultados positivos, ya que han aumentado especialmente las familias dispuestas a convertirse en casas de acogida de animales abandonados, aprovechando que han de estar confinados, llevando a que muchos refugios hayan entregado gran parte de los animales que cuidaban. De todas formas, la preocupación se mantiene, puesto que el número de adopciones se ha reducido al no poder llevar a cabo las frecuentes acciones de promoción de la adopción en espacios públicos, y surgen muchos perros y gatos que requieren ser atendidos porque su tutor humano ha enfermado y no hay quién se pueda ocupar de su animal. Además, se teme la situación después del confinamiento, cuando muchas familias, al recuperar un ritmo habitual, podrían devolver a los animales en acogida y, por otro lado, podrían aumentar los abandonos debido a la recesión económica que se espera.
En Australia (4) parece que la tendencia es la del aumento de adopciones en este momento de quedarse en casa, y así la entidad protectora de animales más reconocida de Canberra, RSPCA, casi ha doblado la tasa de adopciones en esta situación de crisis por confinamiento, pero existe el temor de que una parte corresponda a adopciones oportunistas, que luego no tengan un verdadero compromiso a largo plazo, y que se conviertan en futuros abandonos. Y también existe la preocupación de que se dé un aumento del abandono por causas económicas o de enfermedad.
Y, ¿cómo es la situación en España? Por la información que se recopila en las redes sociales, parece que los refugios no están experimentando, por el momento, un serio aumento de entradas de animales, pero, al no poder llevar a cabo nuevos procesos de adopción, porque los potenciales adoptantes están confinados, y al seguir habiendo abandonos igualmente, la ocupación de los centros de acogida aumenta progresivamente. Y, por otro lado, aumenta la necesidad de casas de acogida para casos de animales en riesgo porque sus tutores están enfermos o aislados. A todo esto se le suma que, al continuar apareciendo en los medios de comunicación informaciones alarmistas sobre Covid19 y animales de compañía, sigue muy presente la posibilidad de que se incrementen las tasas de abandono en España por culpa de falsas creencias que lleven al miedo a convivir con un perro o un gato.
Pero para comprender y prever lo que puede estar ocurriendo, y que desconocemos por falta de datos todavía, hay que entender primero cuáles son los factores que influyen en que se abandone un animal de compañía. En este sentido, existe bastante investigación que nos resuelve muchas dudas, aunque siempre quedan incógnitas por resolver.
En cuanto a la epidemiología del abandono de animales de compañía, en España, gracias a los datos recopilados por Fundación Affinity y a un estudio que realizamos un grupo de investigadores con esos datos y algunos más, sabemos que el número de animales recogidos en refugios se ha mantenido estable desde 2015, siendo de unos 10.5000 perros y 33.000 gatos, anuales (5 y 6), pero también que la crisis económica de 2008 se tradujo en un repunte de abandonos en los siguientes años. Y esta tendencia al aumento de abandonos por crisis económicas se ha replicado a nivel internacional (7), por lo que este aspecto se convierte en uno de los temores principales post-confinamiento.
Si nos fijamos en los estudios que hablan de causas de abandono, a nivel internacional, teniendo en cuenta que están centrados en países desarrollados, se identifican siempre las mismas causas: camadas indeseadas, problemas de conducta de los animales, y circunstancias personales o problemas de la persona responsable del animal, que incluyen, entre otras, cambios de domicilio, dificultades económicas o enfermedad (5 y 7). Especialmente, en España ( 5) ,las dificultades económicas se presentan como una de las principales causas de abandono. Y, además, los cambios de domicilio (que se pueden derivar de problemas económicos), en plena crisis económica del 2008, también se convirtieron en un motivo relevante de abandono. Estas variables convendría tenerlas en cuenta entonces para la posible etapa de recesión económica después del confinamiento por Covid19.
Y ante esta situación excepcional, de la que no tenemos antecedentes y, por tanto, no tenemos datos que nos puedan indicar lo que pueda ocurrir, nos encontramos que algunos expertos sugieren que entra en juego un nuevo factor que no se había contemplado antes: el pánico (8). Es decir, ante la desinformación que se da de la relación entre animales de compañía y Coronavirus, como también ha ocurrido en nuestro país, puede que ciertas personas lleguen a creer que su perro o su gato puedan suponer un peligro para su salud y que, por tanto, ante esa situación entren en pánico y de deshagan de su animal de compañía.
Pero, psicológica y emocionalmente, ¿qué lleva a alguien supuestamente vinculado a su perro o su gato a romper esa relación y dejar a su compañero de cuatro patas desamparado? Existen principios de psicología y sociología que nos pueden ayudar a comprenderlo.
Para empezar, podemos partir del principio de que, tal como se ha establecido a nivel internacional en el ámbito de la antrozoología, las relaciones entre las personas y sus animales de compañía se rigen por la “teoría del intercambio social” (9). Esta teoría de psicología social nos indica que cualquier relación social entre dos humanos se mantiene mientras haya como mínimo un equilibrio entre los costes y los beneficios que aporta esa relación. Podríamos verlo como si la relación, a nivel de percepción individual de cada uno de los componentes de ésta, se evaluara en una balanza donde a un lado se colocaran los beneficios (o aspectos positivos) y al otros los costes (o aspectos negativos). Entonces, cuando los costes de esa relación superan a los beneficios, se produce una ruptura. Esto es fácil de entender en la relación entre dos personas, en una amistad o una pareja, por ejemplo, en la que, si mantener esa relación supone más problemas que alegrías, al final se deteriora e incluso se puede romper. Cuando trasladamos la teoría del intercambio social al ámbito de los animales de compañía, la persona puede considerar, por ejemplo, que un perro con un problema de conducta, como puede ser la destructividad en casa, no le compensa en los beneficios que le aporta esa relación con el animal. En ese momento, si la persona decide “romper” esa relación, el perro, que no tiene opciones de equilibrar esa balanza de la relación por sí mismo, tiene las de perder y puede fácilmente acabar abandonado.
En segundo lugar, hay que tener presente que existen diferentes niveles de relación humano-animal de las personas hacia sus animales de compañía, que podrían dividirse en (10):
Por tanto, si se establece alguno de los 2 últimos niveles de relación, es más fácil que, poniendo en práctica la teoría del intercambio social, sea más generalizada la percepción de que cualquier inconveniente que presente un animal de compañía suponga un coste elevado en la relación para las personas supuestamente responsables del perro o gato.
Pero, incluso cuando hay apego entre una persona y su animal de compañía, este apego podría ser beneficioso o no para el animal. Si tenemos en cuenta los distintos modelos de apego (11), el apego seguro es el que lleva a que una persona establezca una vinculación afectiva saludable con otros individuos. Sin embargo, si la persona establece apegos de otro tipo (desorganizado o inseguro), esto puede llevar a que la relación sea inconsistente y, sobretodo, con efectos perjudiciales para el perro o el gato. En esta condición de apegos inseguros o desorganizados se explica que, ante cualquier imprevisto, dificultad o situación de estrés, la persona pueda ejercer abuso, maltrato o negligencia con respecto al animal, lo cual incluye la posibilidad de abandonarlo.
Entonces, teniendo en cuenta todos los fenómenos y factores que participan en que una persona tome la decisión de abandonar a un animal, y que en el caso de la “crisis del Coronavirus” se ve afectada por un nuevo componente como es la aparición del pánico injustificado (8) por creer erróneamente que los animales puedan contagiar la enfermedad (1), ¿a qué panorama nos estamos enfrentando ahora y en un futuro próximo?
En el momento actual de confinamiento, según la información que ofrecen diferentes entidades de protección animal, parece que la gente sigue abandonando a los animales con los que conviven al ritmo que desgraciadamente es habitual, por los motivos ya explicados. Pero como ahora, en España no es tan factible facilitar adopciones o acogidas (como quizá parece que ocurre en EUA o Australia), nos encontramos con el hecho de que crece la ocupación en los refugios, sin poder compensarlo con adopciones y acogidas. Si esta entrada de animales abandonados a los refugios se viera incrementada por el efecto del pánico injustificado al contagio por animales, el colapso del sistema de acogida de animales podría llegar muy rápido.
Además, teniendo en cuenta que la enfermedad o muerte del tutor de un animal es una de las razones comunes dentro de las circunstancias personales que llevan a abandonar a un perro o un gato, que en este momento hay un incremento de muertes y personas enfermas, y que en España como mínimo en un 40% de los hogares hay un animal doméstico (referencia 12), parece lógico esperar un incremento de animales sin hogar por esta causa. En este sentido, en nuestro país existen algunas entidades preparadas para dar apoyo en estas situaciones, como son Hope and Help (https://fundaciohopeandhelp.com) y Feel (https://asociacionfeel.org), buscando casas de acogida para esos animales que se encuentran en riesgo por alguna condición inevitable en la vida de la persona responsable. Pero esto no parece la solución definitiva, e igual que se está reclamando la necesidad de un Plan de Emergencia de Evacuación de Animales en caso de catástrofes (referencia 13), quizá sería necesario plantearse otro tipo de emergencias, como las sanitarias, ante las cuales se podrían desarrollar estrategias que pudieran ayudar a los centros de acogida de animales a lidiar mejor con la situación, favoreciendo la acogida y la adopción especialmente en estas condiciones de confinamiento (referencia 14). Y también nos encontramos con la necesidad de concienciación de la sociedad, que promueven algunas entidades de protección animal, en el punto de que todo humano responsable de animales de compañía disponga de su propio “plan de emergencia” individual en caso de que le ocurriera algo, es decir, que busquen sus redes de apoyo para que alguien cuide de sus animales si fuera necesario.
El último punto clave a tener en cuenta son los escollos económicos que están surgiendo en este confinamiento y que se pueden incluso complicar a posteriori, y que pueden llevar a cambios drásticos en la vida de muchas personas, pudiendo convertir a los animales en víctimas de la crisis económica. Y como bien sabemos, se ha demostrado claramente que la recesión económica guarda relación con el incremento de abandonos de perros y gatos (referencias 5 y 7). En algunos casos de dificultades monetarias, quizá estemos hablando de personas que se encuentren en una tesitura casi imposible para afrontar los cuidados del animal, y que, por tanto, aunque haya un apego adecuado hacia el perro o el gato, les sea imposible mantenerlo. En estas condiciones, en algunos lugares también surgen iniciativas sin ánimo de lucro para dar apoyo a estas personas y sus animales, para que puedan continuar juntos por todos los beneficios mutuos que aporta ese vínculo. Este es el caso del programa “Mejores Amigos” de FAADA (http://millorsamics.org/es/index.html). Pero, nuevamente, las entidades no pueden cubrir todas las demandas a nivel nacional, con lo que vuelve a surgir la necesidad de crear un Plan de Emergencia para afrontar las consecuencias para los animales de compañía en situación de crisis económica. Sin embargo, pueden existir muchos otros casos de aprietos financieros en los que el desenlace en abandono o no va a depender de esa teoría del intercambio social (de hasta dónde le supone a la persona un coste que no compensa los beneficios tener un animal de compañía) o del tipo de relación que tenga la persona con el animal, de apego seguro o no, o sin apego, sólo de propiedad. Y, por tanto, en esta coyuntura, cualquier incentivo o descarga económica que pueda ofrecerse al tutor del animal (reducción de impuestos en servicios para cuidado de animales, facilidades para la vivienda, etc) podría evitar el aumento de abandonos.
La dinámica de abandono de animales de compañía en España siempre ha sido compleja, pero estamos en un momento histórico crítico que podría resultar en un aumento sin precedentes del abandono, sobretodo si no se educa contra el pánico injustificado al contagio (por animales) de Covid19, si no se toman medidas para apoyar, a nivel logístico y económico, a los colectivos en riesgo cuyos animales de compañía suponen un inestimable soporte emocional, y si no se respalda con facilidades económicas a aquellas personas que quizá no tengan un vínculo tan fuerte con sus perros y gatos.
Referencias:
Por:
Dra. Paula Calvo
Antrozoóloga y etóloga. Investigadora científica. Formadora y divulgadora.
Asesora/ Consultora de entidades dedicadas a los animales de compañía (administración, refugios, intervencionesasistidas con animales)
Antrozoología, etología e intervenciones asistidas con animales