El silencioso cataclismo de los insectos
8/7/2022
8/7/2022
Por:
«Hay algo fundamentalmente incorrecto en tratar a la tierra como si fuere un negocio en liquidación”. Herman Daly
Vivimos en una roca que está en un pozo gravitatorio, girando alrededor de una estrella ígnea que libera luz y calor en forma de radiación electromagnética dentro de una galaxia que atraviesa un espacio tridimensional e ilimitado a 552 km/s.
Y nos parece perfectamente normal. Apenas nos detenemos a reparar durante un minuto en el abrumador y vertiginoso proceso que dio lugar a la Tierra, a la vida que la habita, la innumerable diversidad de especies y la estrecha relación que nos vincula a todas.
Pero la biosfera se colapsa, la cadena de consecuencias es incierta y la sexta extinción masiva arremete sin contención. Lo que hace diferente, y peligroso, a este evento de extinción son las causas: donde las cinco anteriores se debieron a fenómenos naturales, en esta es la actividad humana la que está impulsando la sobreexplotación de hábitats, la destrucción de especies y el consumo insostenible de recursos limitados, hechos que, a su vez, propician la crisis climática y el efecto invernadero.
En un estudio publicado el 20 de abril de 2022, la realidad de estos efectos viene con unas cifras demoledoras: los insectos han reducido su abundancia casi un 50%, y un 27% de las especies han desaparecido debido al calentamiento global y las prácticas intensivas de la agricultura. [1]
Se ha obtenido este resultado tras combinar y analizar 264 trabajos científicos publicados durante 20 años. Este dato lanza otro mensaje aterrador: el 80% de la biomasa de insectos se ha extinguido en los últimos 30 años. Esto no solo implica la pérdida de biodiversidad de especies, sino la pérdida física y manifiesta de un elemento básico en la estructura de los ecosistemas. En los hábitats donde no ha habido una actividad humana intensa en la explotación de recursos, la pérdida de insectos es menor, por lo que deja claro que la solución para mitigar el impacto que causamos pasa por buscar métodos de consumo y producción menos agresivos.
Pero esto es solo la punta del iceberg. Los científicos advierten que hay un millón de especies en riesgo de desaparecer para siempre, y la mayoría de estas desapariciones ni siquiera se registrarán, pues serán insectos, cuyo carisma y popularidad no destacan en el mundo de la conservación, si exceptuamos a una especie de abeja doméstica, la Apis mellifora, que se ha hecho protagonista exclusiva de una campaña de protección de especies polinizadoras, con un mensaje erróneo y a estas alturas, difícil de revertir. Precisamente, la Apis mellifora no está en peligro de extinción, ni todas las plantas del mundo dependen de ella para ser polinizadas. Murciélagos, aves, avispas, escarabajos, mariposas y polillas u hormigas, son otras de las miles de especies que transportan el polen en sus patas y cuerpos a otras plantas, ayudando en la reproducción vegetal. De hecho, entre las abejas, hay unas 16 000 especies polinizadoras, aparte de la doméstica abeja melífera.
Esta pérdida de biodiversidad no se detiene aquí. Hasta el 40% de la entomofauna que conocemos están en peligro de extinción. [2]
Ecólogos y entomólogos están especialmente alarmados por las cifras de esta reducción y si bien tratan, en la medida de lo posible, de no caer en mensajes apocalípticos, es importante escuchar sus consejos sobre las medidas que debemos tomar para detener el declive.
Un ejemplo útil y efectivo es el del proyecto PARTRIDGE [3], financiado por la Unión Europea y desarrollado por científicos de Game & Wildlife Conservation Trust, que, buscando una solución para mejorar los servicios ecosistémicos, han diseñado una mezcla de semillas de flora autóctona para proporcionar cobertura a las especies de aves que anidan en los márgenes de los campos de cultivo. El resultado de las primeras pruebas en Reino Unido ha sido un rotundo éxito tanto en la reproducción de aves silvestres como en el aumento de la presencia de insectos.
No solo la explotación intensiva de las tierras de cultivo está causando esta caída en picado: la contaminación lumínica, la ruptura de los hábitats por la alteración agroforestal [4], el uso de pesticidas y fertilizantes y patógenos introducidos son también causa y efecto de esta agresión continuada a insectos y artrópodos en general. Por ejemplo, una siega adecuada favorece la presencia de insectos polinizadores y las semillas sirven de alimento a otros animales, pero desde los organismos oficiales insisten en eliminar todas las hierbas de los espacios públicos que consideran feas y a su vez proyectar una imagen de limpieza que, en realidad, no se fundamenta en ninguna evidencia ecológica y afecta negativamente a la presencia de polinizadores y a sus depredadores.
Muchas aves y pequeños mamíferos, la mayoría de los reptiles y todos los anfibios se alimentan casi exclusivamente de insectos, por lo que la desaparición de estos afecta directamente a la cadena trófica, con implicaciones escalofriantes. Las aves insectívoras están disminuyendo, y los anfibios [5], que lamentablemente ya son la punta de lanza en cuanto a especies en peligro de extinción, muy por delante de mamíferos o aves, serán víctimas directas a este declive de insectos, sumando otro clavo en el ataúd de su supervivencia. Esto rompería el complejo funcionamiento de los ecosistemas y el proceso, tarde o temprano, acabaría afectándonos de forma directa.
En un estudio [6] realizado en Dinamarca y Alemania, la biomasa de insectos voladores resultó ser más baja en los entornos urbanizados. En el mismo estudio, se pudo observar que un aumento de espacios verdes urbanos tuvo un efecto positivo para evitar la disminución de insectos, pero no equilibró o contrarrestó los resultados, por lo que los efectos negativos siguen siendo superiores. El origen de este efecto adverso es que los paisajes antropogénicos reducen la masa vegetal y hay una presencia masificada de superficies impermeables como el hormigón, entre otros, que no facilitan la permanencia de insectos en nuestros entornos. El resultado del estudio, no obstante, tal como avisan los investigadores, está sujeto a limitaciones y contiene sesgos, al tomar de muestra solo la actividad de insectos voladores, y no la de los que pasan la mayor parte del tiempo en el suelo o sin gran capacidad de dispersión, como ocurre con muchas especies de insectos que han perdido la capacidad de volar, cuya situación podría ser aún peor.
En la misma dirección, otra investigación [7], esta vez realizada en Reino Unido y tomando de muestra los impactos de insectos contra matrículas de vehículos, arroja el resultado de que la cifra de insectos voladores se ha desplomado un 60% desde 2004, especialmente en Inglaterra.
Los resultados de estos estudios son relevantes y dignos de consideración habida cuenta de que, según IPBES, la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas [8], integrada por más de 130 gobiernos, al menos tres cuartas partes de la superficie terrestre mundial está gestionada y manipulada por actividades humanas y aumentando.
Esta actividad humana, sin embargo, y considerando la enorme cantidad de residuos que generamos, depende en gran medida de los insectos, que resultan útiles aliados reciclando materia orgánica como cadáveres, excrementos u hojas. También nos ayudan a mantener el suelo sano —que posteriormente explotamos sin descanso para nuestro beneficio— aireando el compost gracias a sus galerías.
Más de 15 000 científicos de 185 países, miembros de la Alianza de Científicos del Mundo, han lanzado un manifiesto [9] de advertencia a la humanidad alertando de los daños irreversibles que ya hemos causado y cómo frenar la extinción de insectos y con ello atenuar el impacto de la sexta extinción masiva en cadena, proponiendo programas de investigación y acciones a tres niveles: locales, regionales y globales.
Paul Ehrlich, biólogo estadounidense y uno de los firmantes de este manifiesto, ha comparado la pérdida de especies de insectos como los remaches que se caen de las alas de un avión. Si se caen uno o dos puede que no exista peligro y la aeronave mantenga la estabilidad con la feliz indiferencia de los pasajeros, nosotros, pero llegará el momento, impredecible, en el que a medida sigan cayendo remaches, el avión falle irremediablemente y se precipite hacia el suelo sin remisión.
Es imperioso exigir la acción de los gobiernos para mejorar la protección del medio natural. Se debe divulgar a la ciudadanía para crear conciencia ambiental y que valore y se implique más en la naturaleza, tanto en su conservación como en la protección. Debemos ecologizar el urbanismo: con mayor presencia de árboles, estanques naturalizados, y una gestión de jardines y espacios verdes con plantas autóctonas y profesionales bien formados, así como promover la aplicación de energías renovables. Es necesario transformar el sector agrícola hacia la producción sostenible y adecuadamente financiado para apoyar la biodiversidad. A estas alturas no se trata ya de un imposible y revertir los efectos causados o resucitar a las especies que hemos perdido para siempre, pero podemos evitar que la situación empeore y, retomando la analogía de Paul Ehrlich, necesitamos un punto de inflexión y lo necesitamos ya, pues todo apunta a que estamos muy cerca del momento en el que el avión se desplome.
[1] Agriculture and climate change are reshaping insect biodiversity worldwide:
https://www.nature.com/articles/s41586-022-04644-x
[2] Worldwide decline of the entomofauna: A review of its drivers:
https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0006320718313636
[3] Proyecto PARTRIDGE:
https://northsearegion.eu/partridge/
[4] Deforestation and mining threaten a monarch butterfly reserve in Mexico:
https://news.mongabay.com/2018/12/deforestation-and-mining-threaten-a-monarch-butterfly-reserve-in-mexico/
[5] The amphibian decline crisis: A watershed for conservation biology?:
https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0006320705001825
[6] Flying insect biomass is negatively associated with urban cover in surrounding landscapes:
https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/ddi.13532
[7] Buglife, organización europea de conservación de invertebrados:
https://www.buglife.org.uk/get-involved/surveys/bugs-matter/
[8] Global Assessment Report on Biodiversity and Ecosystem Services:
https://ipbes.net/global-assessment
[9] Scientists’ warning to humanity on insect extinctions:
https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0006320719317823